Conserje municipal y cantaor gitano
Saturnino Jiménez, 'El Chino', tras una vida nómada, cumple 21 años alternando la conserjería municipal en un colegio público con recitales de flamenco
El Correo, , 31-12-2007Cuando se creó el Colegio San Francisco en Logroño, tras el cuartel de la Policía, el Hospital Provincial y junto al Ebro, ningún conserje municipal quiso ejercer en el ‘colegio de los gitanos’. Algo así ocurría con los padres payos de alumnos, mientras que los profesores esquivaban el destino si podían. En el citado colegio es conserje el caló Saturnino Jiménez desde hace 21 años.
Con Saturnino, conocido en los ambientes flamencos por ‘El Chino’, pasamos una mañana festera en el colegio hablando de mil cosas. «Hoy es la etnia gitana la que menos abunda en el colegio. Hay negros de muchos países, colombianos, marroquís, rumanos y muchos paquistanís. Creo que tenemos alumnos de 17 nacionalidades. Como hace 20 años, suelen plantear más problemas los padres que los niños. Sólo pido el respeto que me corresponde y yo doy a todos. Ya estoy en vísperas de jubilación y tratando de resolver el tema de hacerme con una vivienda. Si a gente de otros países se lo solucionan yo no he de ser menos», afirma.
Vivió nómada y errante los años cuarenta y cincuenta soportando los prejuicios e injusticias que entonces se volcaban con los de su raza. Recordamos este cartel en nuestros pueblos: ‘Gitanos sólo de paso’. No se explicaba, puesto que los gitanos no sabían leer. Nos cuenta Satur: «Mi abuelo León era muy popular y querido en Calahorra. Se dedicaba al trato de bestias, como muchos gitanos de entonces, y también, como mi padre y nosotros después, trabajaba la mimbre. Luego hemos trabajado en agricultura, la construcción, buscando chatarra, estañando por los pueblos y haciendo de todo para poder comer con apuros».
En Logroño vivió Saturnino junto a la tejería que hubo en el Pozo de Cubillas. Luego en La Cueva del Águila, zona del monte de Cantabria. En la Cuesta Munilla hicieron una casa de 116 metros cuadrados y, posteriormente, vivió en Ruavieja, Herrerías y zonas similares.
En Igea
En medio, cinco años en Igea. «Mi madre sufría pérdidas de consciencia y nos recomendaron el agua medicinal de una fuente en el Barranco de la Salud de Igea y allí nos fuimos 5 años. Trabajamos en los pinos para la Diputación, estañando cacharros, con trato de animales y haciendo fundas de mimbre para vasijas y unos recipientes para colmenas. Conocí al padre del presidente de la Comunidad y mantengo amistad con él. En Igea fui 18 meses a la escuela y aprendí a escribir y leer. La lectura me gusta. De mayor y por la noche, en la campaña de alfabetización, me saqué el Certificado de Escolaridad en el Colegio San Bernabé».
También la familia recaló unos años en la localidad navarra de Andosilla. Comentamos cómo a veces recurrían a cambiar de lugar algunos troncos de patatas, cogollos de berzas, gallinas, fruta y otros recursos de mantenimiento. Saturnino no lo niega y concreta: «Eso eran menudencias para los payos, que ‘guindaban’ en los negocios de mercados, tiendas, almacenes… Ninguno de esos que ha hecho grandes robos y estafas de millones era o es gitano, que, además de pobres, teníamos que ser limpios y honrados. Siendo pobre es difícil ser honrado total. A los gitanos se nos discrimina por pobres, no por gitanos».
«Me tiré al Ebro»
De los agricultores no tiene buen concepto. «Una vez, segando hierba en la carretera del Cortijo, cogí un melocotón del suelo y me lanzó el de la finca una azadilla que se quedó clavada en el árbol. Me fui a por él, acudieron vecinos y me tuve que tirar al Ebro porque querían matarme. Los agricultores nunca están contentos. Siempre se quejan», asegura.
Nos cuenta este sucedido en Andosilla, población que nombra con buenos recuerdos. «En las fiestas bailaba los gigantones, vendía bebida en la plaza de toros, era portero en la sala de fiestas de la juventud, corría con el toro de fuego en el descanso de medianoche, me encargaba del arrastre de los novillos y me guardaba el Ayuntamiento 150.000 pesetas. No me pagaban, andaba mal para ‘jamar’ y no me quedó otro remedio que visitar el corral del alcalde y ‘chorarle’ cuatro conejos», rememora ‘El Chino’.
Hablamos de la evolución del mundo gitano desde los calés ‘andarríos’, descalzos y con el borrico a las caravanas y furgonetas de lujo actuales. Todo ha cambiado las vidas.
Surge el tema de la droga y aclara que, «aunque he tenido algunos problemas familiares, gracias a Dios no he perdido a seres queridos en el tema. La falta de inteligencia y el dinero fácil trajo la droga, que ha sido la peor lacra para el pueblo gitano. Ahora por vena, nariz o fumando parece que se droga todo el mundo ¿A veces no entiendo nada!».
Reconoce que los mercadillos ambulantes han dado vida a las gentes de su etnia y añade que, «en la actualidad, no están las cosas tan claras porque además de haber mucha gente en la venta está la competencia de los chinos que parece que se lo encuentran todo gratis».
‘El Chino’ hizo el campamento militar en Zaragoza y fue destinado al 29 de Artillería en Huesca. Entendió que un cabo ‘primero’ le despreció gravemente, pasando lista, y en la bronca hubo un zarandeo en el que el militar profesional se hirió al golpear con una cama metálica. El resultado fue una brecha de 14 centímetros por el que le ‘cayeron’ a Jiménez 14 años de prisión militar.
Canarias y El Aiun
«Si en vez de ser gitano soy payo hubieran cambiado las cosas. Total que me llevaron a una prisión de Canarias y de allí a El Aiun, en el Sahara. Cumplí un total de 3 años, 5 meses y 13 días y me defendía vendiendo a los compañeros cuchillas, mecheros, jabones, colchas, pañuelos y cosas que yo compraba y revendía. Se me ocurrió montar un negocio de helados pero no tenía ‘parné’ y se lo planteé a unos valencianos que hicieron una fortuna», cuenta al recordar esta etapa de su vida.
Saturnino habla sobre la integración del pueblo gitano en la sociedad paya y dice que «lo peor del caso es que la integración te traga y te anula destruyendo cualidades positivas que todavía conservamos».
LOS DATOSNombre: Saturnino Jiménez Jiménez.
Apodo artístico: ‘El Chino’.
Nacimiento: 5 de enero de 1943.
Lugar: Calahorra (La Rioja).
Calle: Cuesta de Villodas (El Arrabal).
Domicilios y trabajos: numerosos.
Familia: esposa, cuatro hijos y tres hijas.
Estado civil: casado desde los 18 años. Su esposa tenía 13.
Empleo actual: conserje del Colegio Público San Francisco, de Logroño.
Años en el puesto: 21 ininterrumpidos.
Otras actividades: cantaor de flamenco amateur.
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