Reconstruyen la casa que causó las peleas de la Cañada Real

El Mundo, LUIGI BENEDICTO BORGES, 30-12-2007

Los vecinos de Abdul, el dueño de la chabola ilegal derribada, la han levantado bloque a bloque Fue el día más violento que se recuerda en la no particularmente tranquila Cañada Real Galiana. Veinte agentes de la Policía resultaron heridos y nueve personas de nacionalidad marroquí fueron detenidos al finalizar la batalla campal registrada en el asentamiento chabolista. El 18 de octubre, los uniformados escoltaban a la piqueta que se disponía a derribar la casa ilegal de Abdul, un ciudadano marroquí de 40 años, que sabía desde hace días que sobre su hogar pesaba una orden de derribo inminente.


Pero cuando la piqueta municipal apareció en el sector V de la Cañada Real, donde estaba situada la chabola, los operarios se encontraron con un centenar de marroquíes atrincherados en las inmediaciones. De nada sirvió que los trabajadores del Ayuntamiento estuvieran escoltados por la Policía. Cuando las máquinas echaron abajo la casa se desató un violento combate entre medio centenar de agentes y 200 vecinos.


Los policías se emplearon a fondo y utilizaron material antidisturbios (pelotas de goma y porras) para disolver a los moradores que lanzaban a los agentes piedras, bombonas, hierros y palos. Desde las azoteas las mujeres y los niños tiraban tejas contra los agentes, que se protegían con escudos ante la lluvia que se les venía encima. Los incidentes se saldaron con 11 policías nacionales y nueve municipales heridos, uno de ellos en estado grave: le habían roto la cara y la mandíbula con una bombona de butano.


En el otro bando, el de los vecinos que peleaban mientras gritaban «la próxima puede ser la tuya», se registraron tres heridos. Entre ellos una mujer embarazada que abortó durante los incidentes.


Finalizada la contienda, los vecinos volvieron al lugar de los hechos reivindicando una reacción. «Estamos haciendo una colecta para sacar dinero y volver a hacerles la casa», decía un hombre. «Ha venido el propio cónsul de Marruecos y nos ha dado muchos ánimos», explicaba otro.


El incidente tuvo un gran calado mediático y hasta la cadena de televisión Al – Yazira se hizo eco de él. Al día siguiente, en cada esquina se escuchaba la misma frase: «Reconstruiremos la casa otra vez». Poco a poco, los vecinos del sector V de la Cañada Real, fueron reuniendo dinero y material de obra. Al son de «haremos esto siempre que lo consideremos justo», Abdel vio como la casa resurgía de sus cimientos.


Mientras, el portavoz de la Asociación Cañada Real Galiana, Miguel Martín Nombela, aseguraba a diestro y siniestro que todos los propietarios que tuvieran el mismo problema que Abdul se pusieran en contacto con él. «Si se dirigen a nosotros, no se derribarán porque todas las actas recurridas hasta la fecha en la zona han sido desestimadas por los jueces», llegó a decir Nombela.


Y en menos de 48 horas, los vecinos acumularon todas las herramientas necesarias en el solar de la vivienda ilegal derribada. Rachid, vecino de Abdul, explicó que fueron todos sus amigos y conocidos los que por propia voluntad quitaron los escombros de la casa y compraron «de su propio bolsillo» los bloques de cemento necesarios para reconstruir la vivienda».


«No íbamos a dejar que toda esta familia durmiera en la calle», se justificaba Rachid con orgullo. Y así, en silencio, la casa volvió a tomar forma. Por el camino hubo momentos de desconfianza. Se temió que cualquier chivatazo provocara un nuevo derribo sorpresa y, entre otras cosas, se tapiaron las ventanas con cemento. Pero ayer mismo, dos trabajadores daban los últimos retoques en el techo. Lo hacían con el mono de trabajo puesto y, por mucho que lo desmintieran, no podían negar la evidencia: a la casa de Abdul sólo le falta algo de pintura y un par de remates.


Se calcula que en la actualidad pesa una orden judicial de derribo sobre otras 200 casas de la Cañada Real, 40 de ellas en el sector V, el que acoge la renovada casa de Abdul. En esta zona, situada entre la A – 3 y la esquina de Covibar, viven desde hace 40 años más de 300 personas. No tienen escrituras y no pagan ni luz, ni agua. Sólo abonan el IBI. El poblado de Cañada Real está considerado como la mayor concentración de viviendas ilegales levantadas sobre terreno público de España y probablemente de Europa. A lo largo de 20 kilómetros de una antigua vía pecuaria se asientan más de 4.000 chamizos y casas. También hay bares, un hotel, una iglesia y una mezquita.

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