El Raval llora a Bhutto

El Periodico, MONTSE MARTÍNEZ, 29-12-2007

Los ojos negros de Zahid, de mirada profundísima, se anegaron. Este paquistaní de 49 años acudió ayer, viernes, día de rezo musulmán, a la mezquita de la calle Arc de Teatre de Barcelona con el corazón todavía en un puño. Hacía muy poco que había colgado el teléfono. Al otro lado del hilo, lejos, en la ciudad de Karachi (Pakistán), su mujer fue capaz de transmitirle la angustia que vive no solo ella, sino todo el país tras el asesinato de Benazir Bhutto.
Zahid describía una situación casi prebélica. “Me ha explicado que la gente no sale de sus casas porque hay violencia en las calles”, decía con su parco español para añadir: “Solo para comprar más comida”. Él hace siete años que vive en Barcelona, donde ha trabajado en una empresa cárnica y ahora, tras la operación a la que debe someterse en breve, queda menos para que su mujer y sus cuatro hijas se reagrupen en Barcelona. “Están asustadas”, añadía el hombre en la puerta de la mezquita, desde donde escuchaba la oración ante la imposibilidad de entrar porque el minúsculo local estaba a reventar. “Pakistán – – finalizó – – queda en una situación muy delicada y preocupante”.
Dentro del local que cumple el papel de templo, los musulmanes residentes en el Raval, con una altísima proporción de ciudadanos de origen paquistaní, entonaron las oraciones funerarias por la carismática exprimera ministra y las otras 20 víctimas del atentado.
La noticia era objeto ineludible de comentario entre los miembros de la comunidad, aglutinados ayer más que nunca en sus asociaciones, mezquitas y lugares de reunión. Tristeza y profunda preocupación por la situación en la que queda Pakistán fueron denominadores comunes en todos los comentarios.
“Se ha roto la esperanza de la democracia en Pakistán”. El análisis era de Javed Ilyas, presidente de la Asociación de Trabajadores Paquistanís de Catalunya.

De boca en boca
En un breve trayecto por la rambla del Raval, no había compatriota que no le parara ayer para comentar lo sucedido. Desde el dueño de un restaurante, hasta el de un locutorio pasando por el empleado de la tienda de verduras.
Pero Javed, que no comulga en absoluto con la versión de que los autores son terroristas vinculados a Al Qaeda, piensa que la desgracia puede ser un revulsivo para el pueblo. “Su muerte también dará frutos porque los ciudadanos lucharán ahora con más fuerza”, argumentó. A su lado, Zafar Iqbal, de 48 años, periodista paquistaní que trabaja como guardia de seguridad en Barcelona, también expresa sus dudas sobre la autoría del asesinato de Bhutto.
“Puede que haya sido Al Qaeda pero Musharraf tenía la responsabilidad de garantizarle la seguridad, como jefe del Estado”, dijo para, a renglón seguido, añadir que está convencido de que el arsenal nuclear de su país se encuentra “en manos seguras”. El secretario general del Centro Islámico Camino de la Paz – – la mezquita de la calle Arc del Teatre – – , Muhammad Iqbal Chauhdry, hablaba ayer de “tragedia nacional”.
La postura de este dirigente de los paquistanís en Barcelona, que a veces toma las riendas de la oración en ausencia del imán, es que el país necesitaría ahora un consenso de todas las fuerzas políticas para hacer frente a una crisis sin precedentes.

Críticas a Musharraf
“Pero Musharraf – – anadió – – no está por el consenso”. Para Iqbal, no tiene razón de ser la celebración de unas elecciones en este contexto. Una vez terminada la oración en la mezquita de la calle Arc del Teatre, una buena parte de la comunidad acudió a la de calle Erasme de Janer.
Allí, Iqbal, micrófono en mano y en urdu, hizo su particular análisis de la situación en la que se encuentra Pakistán e instó a los oyentes a alzar la mano si condenaban el atentado. Ni una sola quedó abajo.

Pesimismo
Ibrar Bukhri, de 39 años, paquistaní vicepresidente de de la Asociación de Papers i Drets per Tothom, le escuchaba, con cara de preocupación. “La situación se ha complicado mucho para Musharraf y creo que volverá a decretar el estado de excepción”, expuso. Poco después, compungido abandonó el templo.

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