EL PERIÓDICO
BUCAREST

El éxodo de los rumanos que emigran a los países más prósperos de la UE en busca de empleo está provocando que los niños crezcan alejados temporalmente de sus progenitores. Los más afortunados se quedan con sus abuelos. Los menos, en orfanatos, aunque algún vecino también ha terminado haciendo de padre..
El fenómeno, que ya afecta 80.000 de los cuatro millones de niños del país, se aceleró a inicios del 2007 cuando Rumanía entró a formar parte de la Unión Europea. Básicamente, los destinos laborales más comunes para los rumanos son Italia, en el sector de la construcción, y España, en la agricultura. Aunque en un porcentaje alto de casos, se trata de trabajos ilegales.
La responsable rumana del departamento estatal de atención a la infancia, Mariela Neagu, argumentó que los padres afrontan esta separación de sus hijos como “un sacrificio para poder darles una vida mejor”. A modo de ejemplo, Neagu constató que en algunas escuelas la mitad de los alumnos tiene a uno o a los dos progenitores trabajando fuera del país. Las calles de algunas localidades del norte y del este de Rumanía llaman poderosamente la atención porque por ellas solo transitan niños y ancianos.

“VOLVERÁN”
Bogdan Lacatus tenía siete años cuando su padre se marchó a España en busca de empleo y ahora, con 11, ha visto marcharse a su madre. “Volverán”, dice el niño con convencimiento. Pero la trabajadora social que cuida de él matiza que tendrá que esperar bastante tiempo porque actualmente ni tan solo es posible localizar a sus progenitores.
Los servicios sociales tienen constancia de que la madre regresó a Rumanía durante un periodo muy breve de tiempo, pero volvió a marcharse. Sus familiares lejanos han luchado por hacerse cargo de él y de sus dos hermanos, pero los servicios sociales estatales no lo han permitido debido a la situación de pobreza en la que viven.
El pueblo donde vive Bogdan intenta mantenerse a flote con el cultivo del grano y girasoles en mercados cada vez más competitivos.
En este contexto, el Gobierno rumano ha solicitado a Italia y España políticas lingüísticas en las escuelas para facilitar la integración de los niños rumanos y animar así a sus padres a incorporarlos a su aventura migratoria.