Supe por este periódico y por la televisión que hace poco  se celebró el Día del Migrante y escuché al Presidente hablar con su característica elocuencia de lo valiosos que somos los ecuatorianos que estamos fuera para este país y el gobierno que él representa. Dijo que haría lo que fuera por ayudarnos, que aplicaría medidas especiales, que quería que volviéramos, que le entristecen todos aquellos que dejan la vida en las movidas aguas de la desesperación por emigrar. Dijo, en resumidas cuentas, que le importamos mucho. Pues bien, yo soy una de esos muchos emigrantes a los que el Presidente dice abrazar. Vivo en España hace cuatro años y procuro venir una vez al año a ver a mi familia.

Cada vez que vengo me siento “castigada” por mi país al tener que pagar una multa al Tribunal Supremo Electoral por no haber votado. Yo me pregunto: ¿me multan por no votar a pesar de no vivir en este país lo que imposibilita que me acerque a la mesa electoral? Absurdo.
Me quejé, me negué a pagar. En el Tribunal Electoral del Guayas me dijeron “pague nomás niña, porque sin el papel no puede salir del país”.
De nada sirvió que presentara mi pasaporte, mi cédula española. “Pague niña, pague”. Subí a hablar con el presidente que desde luego no estaba. Pude hablar con un señor Avilés, funcionario de esa dependencia, y le pedí que me quitaran la multa o que al menos me borraran del padrón, porque “yo no vivo en Ecuador” y me dijo que no podía hacerlo porque lo que viene de Quito es inamovible, intocable. ¿Adivinen qué más me dijo? “Pague nomás, pague”. Y sí, tuve que pagar una multa absurdamente alta (8 dólares por cada elección en la que no participé) y por lo que veo esto seguirá cada año. Señor presidente de la República, basta de decir que los emigrantes somos importantes si cada vez que venimos a nuestro Ecuador nos castigan (insisto) con una multa por no haber estado aquí.

Esa plata es para nuestras familias, y señores del TSE: por si no se han enterado del fenómeno de la emigración, somos más de cuatro millones los ecuatorianos que estamos fuera del país, ¡por favor, sáquennos del padrón electoral!

María Fernanda Ampuero Velásquez,
Guayaquil