Hablar con la familia, su mejor regalo
El Universal, , 24-12-2007df@eluniversal.com.mxPocas veces una llamada telefónica había sido tan importante para María. Desde que salió hace un par de meses desde Cañar, Ecuador, no había hablado con su madre y en esta época, la llamada es de capital importancia.Detenida en la estación del Instituto Nacional de Migración (INM) en el DF por ser indocumentada, María pasará Navidad y fin de año en la estación de Iztapalapa con otros paisanos a los que recién conoce.Tiene 21 años; partió al norte por un objetivo que quedó trunco: ingresar a Estados Unidos. Es madre de un chico de cinco, quien se quedó con su abuela.La jpven no llora por no haber llegado. El pollero le da otras dos oportunidades más de intentar llegar, por el dinero que ya pagó. Llora por la inminencia de una Navidad lejos de su familia y sin haber podido siquiera avisarles que está viva.Su petición fue escuchada por otras de sus paisanas, las responsables de la Asociación de Ecuatorianos Residentes en México (Ecuarmex), quienes llevaron a la estación un regalo navideño: tarjetas telefónicas de larga distancia para 31 ecuatorianos que estaban ahí la semana pasada.La melancolía en los rostros de las 11 mujeres y 20 hombres retenidos se esfumó al recibir las tarjetas. Aunque sólo María lo había expresado, todos estaban desesperados por llamar a sus familiares, la mayoría en Ecuador, pero algunos en Nueva York o Miami. Todos brincaron de sus asientos cuando Rosario Olmedo, secretaria de Ecuarmex, extrajo de su bolso las tarjetas telefónicas, que representan el mejor regalo: la posibilidad de al menos saludar a sus seres queridos.Una posada en la estación y un improvisado festejo navideño entre compatriotas no es suficiente para los expulsados de su país por la falta de oportunidades. Los ecuatorianos agradecen tarjetas, ropa, zapatos y artículos de higiene obsequiados. No se quejan, aseguran que en la estación no les falta nada, sólo piden estar en Ecuador antes del 24 de diciembre.No será posible: la saturación en los vuelos por la temporada alta complica su regreso a casa.La timidez caracteriza a ecuatorianos, afirma personal de la estación en Iztapalapa. Tal vez por ello, cuando se pregunta a estos migrantes qué necesitan o si los empleados del INM los trata bien, los detenidos aseguran que nada les falta y todo está bien. Pero basta que uno exprese una inconformidad para que lluevan las quejas.Las hostilidades de la secretaria y el trato déspota del médico son sus principales reclamos. Nos dan la misma medicina para todo, dice uno de ellos, quien pasó tres días sin dormir por el malestar estomacal y el dolor renovado con cada alimento que ingería.Aunque los detenidos no se quejan de la higiene en la estación, sus paisanas de Ecuarmex buscan donaciones de toallas, pues dicen que al bañarse, las mujeres no tienen con qué secarse y utilizan su propia ropa.La secretaria es muy grosera, comentan al embajador de Ecuador en México, Galo Galarza, quien les ofrece realizar, a través de la representación diplomática, las llamadas que necesiten.Otros piden un favor más: una muñeca para llevarle a su hija. Fredy Paredes, de 35 años, dejó en la provincia de Cuenca a su esposa Maribel y a su pequeña.Para él, la preparación de su hija vale el riesgo que corre y los dólares que deberá pagar al pollero, pues la niña tiene un coeficiente intelectual muy alto, y su salario no es suficiente para la educación que merece.
(Puede haber caducado)