Panamá debate introducir el idioma mandarín en la enseñanza pública

El Periodico, MONTSE MARTÍNEZ, 24-12-2007

Hay un dicho en Panamá para referirse a los poderes fácticos de cualquier poblado: “El alcalde, el cura y el chino”. Un dicho que refleja hasta qué punto la colonia china, con alrededor de 300.000 personas, está arraigada en este país de América Central.
Pero sin despreciar la importancia del arraigo, no hay que perder de vista que el volumen de las transacciones comerciales entre el país centroamericano y el gigante asiático, cada vez más potente económicamente, están alcanzando unos montantes que quitan el hipo. Y alguien en este país, estratégico gracias al canal que revolucionó las comunicaciones marítimas, ha pensado que será muy importante entenderse con China. Entenderse literalmente. De ahí el proyecto de introducir el idioma mandarín en la enseñanza pública. Ahora, en Panamá, se estudia inglés y, en algunos centros, también francés.
La propuesta del diputado Arturo Araúz ha pasado ya el primer debate de la comisión de Educación de la Asamblea Nacional de Panamá. En el caso de superar el segundo y el tercero, quedará en manos del presidente, Martín Torrijos Espino, dar la luz verde definitiva o bien vetarla.

Hacia otra realidad
“El mundo está a punto de presenciar el surgimiento de un nuevo orden lingüístico en el que, quizá, el inglés no sea el idioma dominante y crezca la influencia del mandarín”, argumenta el diputado en la exposición de motivos del proyecto de ley, en proceso de debate. Araúz tiene claro que hay que afrontar una realidad inevitable: “El mandarín habrá de convertirse en la lengua indispensable en el manejo del comercio y la industria mundial”. El diputado panameño cita, como ejemplo del esfuerzo para adaptarse a este nuevo contexto, a países como Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Portugal, Egipto y Lituania.
Las propuestas iniciales, muy ambiciosas, están rebajando la exigencia a medida que avanza el debate. El primer redactado hablaba de “la enseñanza obligatoria en todos los centros oficiales del primer y segundo nivel de enseñanza”. Pero el primer debate en la comisión de Educación puso sobre la mesa que no es tan sencillo. Entre otras cosas porque no hay profesorado preparado para tamaña proeza.
Por eso, el presidente de la comisión de Educación, Denis Arce, argumentó que es importante no empezar la casa por el tejado. “De llevarse a cabo, lo primero que habrá que hacer – – detalla el diputado – – será permitir temporalmente la inmigración de profesores especialistas en mandarín”. “Es todo muy incipiente”, insistió el diputado que preside la comisión.
Los debates que todavía faltan deben determinar de qué forma y con qué intensidad se introducirá el idioma en las escuelas. Mientras, el diputado Denis Arce reconoce que la idea tiene dividida a la clase política.

Inversión importante
“Los principales detractores, mejor dicho indecisos, aseguran que la inversión para aprender un idioma que requiere seis o siete años de aprendizaje es muy elevada y hay otras prioridades”, explica el diputado para añadir: “Los defensores sostienen que vale la pena aplicar esta formación tras hacer un esfuerzo para vislumbrar cómo serán las relaciones comerciales en el futuro”.
El presidente de la comisión decide no mojarse demasiado aunque parte de la base de que es una idea “positiva” por la sencilla razón de que “cuantos más idiomas se sepan, mucho mejor”.
Llegue a entrar en vigor o no la ley, el primer millar de chinos que hace casi un siglo y medio llegaron a Panamá para construir el ferrocarril se echaría las manos a la cabeza ante la presencia mandarina en el país centroamericano.
Los historiadores aseguran que fue una medida desesperada de los administradores de la empresa ferroviaria después del fracaso con la mano de obra irlandesa, alemana y de otros países de Europa. La comunidad china, muy alejada de su hogar y de su cultura, lo pasó realmente mal. A las duras condiciones de trabajo se sumaron trastornos de depresión que desembocaron muchas veces en suicidio. Los que sobrevivieron pusieron una semilla. Casi 150 años después, el chino mandarín podría enseñarse en las escuelas del país.

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