El río Bravo senda fatal para migrantes

El Universal, GASTÓN MONGE / CORRESPONSAL, 23-12-2007

NUEVO LAREDO, Tamps.— El río Bravo, en su parte entre los dos Laredos, no sólo es un cauce de muerte al haber cobrado este año la vida de 69 migrantes —cifra similar a la del año anterior— sino también un basurero binacional que sirve de guarida a decenas de indocumentados que esperan la noche para continuar su incierta aventura hacia Estados Unidos.Es una zona de cruces y ahogados, cuyas aguas traicioneras han cobrado su cuota de varias vidas a lo largo del presente año.Durante un recorrido en lancha por su caudal, en un tramo aproximado de 20 kilómetros, se observan montones de basura de todo tipo. Animales muertos, llantas, ropa, latas de alimento oxidadas, y decenas de botellas de plástico utilizadas por los indocumentados como flotadores.En una lancha facilitada por el Departamento de Bomberos de Nuevo Laredo, en el lado mexicano, en un día templado cuando el sol fue generoso, se observaron las rutas por donde los migrantes buscan atravesar a nado el afluente fronterizo, en busca del sueño americano. Son pasos naturales de indocumentados, quienes muchas veces pagan con su vida el precio del intento.El inicioEl punto de partida fue la colonia Claudette, la más alejada de la ciudad y, por consiguiente, una de las más abandonadas por las autoridades municipales; esta situación la convierte en paso obligado de polleros o traficantes de humanos, pero también de drogas.La colonia se ubica en el extremo norponiente de la ciudad, muy cerca del torrente y en un lugar geográfico que facilita el ingreso de vehículos, de lanchas, y posiblemente de burreros cargados de estupefacientes, a juzgar por la gran cantidad de huellas humanas y de rodamiento de neumáticos que dejan su marca sobre las polvorosas veredas.Allí, Gil Armando Arroyo, rescatista de bomberos, con habilidad bajó la lancha de la camioneta oficial hasta la orilla del río y con pasmosa facilidad la colocó sobre el agua; eso demuestra su experiencia de 25 años en las labores de rescate de cuerpos de los infortunados.La intención del presente trabajo fue detectar las diferentes rutas que los migrantes utilizan para llegar al río Bravo y nadar hasta la orilla opuesta con la esperanza de conseguir una vida mejor.Sin embargo, encontrar tal cantidad de basura en la orilla que pertenece a Laredo, Texas, sorprende y hace pensar en las palabras emitidas a inicios de noviembre por Michael Chertoff, ministro del Interior del vecino país, sobre los indocumentados que contaminan y ensucian el ambiente en su largo peregrinar hacia y por la Unión Americana.Tal vez no sea tanto así, porque las autoridades de la vecina ciudad hacen poco por limpiar la orilla que les pertenece, y en cambio hacen mucho por evitar el ingreso de más indocumentados a su país.“Esta es zona de cruce y de ahogados, porque este año rescatamos de este lugar los cuerpos de tres indocumentados”, dice Gil Armando, quien con el dedo índice de su mano derecha señala una vereda utilizada por los migrantes, por tratarse de una zona de rocas, que facilitan el cruce por el bajo nivel del agua.Sin embargo, en este lugar la fuerte corriente impulsada por el choque del agua entre las rocas, provoca olas que pueden volcar la lancha si el conductor no cuenta con pericia.Brechas y veredasA diferencia del lado americano del río Bravo, en el lado mexicano se observan con mucha claridad las veredas y brechas que utilizan los migrantes cuando llegan al río.Cerca del lugar, varios migrantes esperaban el momento preciso para meterse a las aguas, mansas en apariencia, mientras en la orilla opuesta algunos agentes de la Patrulla Fronteriza los observaban con sus potentes catalejos para arrestarlos apenas pisen el prohibido suelo estadounidense.En los tres primeros kilómetros fueron identificadas al menos siete veredas o rutas de cruce, por la cantidad de ropa, y porque en algunas de ellas había mexicanos y cento y sudamericanos, cuyas intenciones de cruzar fueron evidentes, por sus miradas fijas en el río y por sus ropas sureñas.Cerca de una de las brechas, cuenta Gil Armando, en una ocasión rescató el cuerpo de un ahogado, al que sólo se le veían los dedos de una mano, por estar atorado entre las rocas.En este lugar, el río Bravo tiene entre 80 centímetros y un metro de profundidad, pero la corriente es tan fuerte que arrastra a los confiados migrantes. Además es zona de pozos que los hunde en el fango.Un agente de la Patrulla Fronteriza montado a caballo observa y se ubica justo debajo de una gran antena, equipada con potentes cámaras de televisión con capacidad de observación de hasta cinco kilómetros. Este instrumento posee sensores que captan el calor del cuerpo humano por las noches y forma parte de la tecnología que pretende inútilmente detener el flujo migratorio del sur.Más adelante, en la zona conocida como El Remolino, nombre que tomó una colonia cercana debido al encuentro de corrientes en el río, su ancho puede ser de hasta 80 metros. Así, es inaccesible para cualquiera que desee cruzar por este lugar.Las rutas más frecuentesAl llegar al punto donde se ubica la Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado, tres enormes descargas de agua contaminada caen directo al río, y el color verdoso de los contaminantes se aprecia de inmediato, junto con el desagradable olor que infesta el área.El recorrido lleva al lugar conocido como Puente negro, por ser el paso internacional para el ferrocarril de carga. Ahí, un pescador estadounidense saluda amable, pero detrás de él acecha una camioneta de la Patrulla Fronteriza, cuyos agentes no pierden de vista a un pequeño grupo de migrantes que espera el momento para lanzarse al agua.Por unos momentos, el rescatista Gil Armando se detuvo para una breve entrevista con Julio, un mexicano de 19 años, y Josué, un hondureño de apenas 18 años. Elúltimo se quejó de que cuatro días antes, unos policías le habían quitado una suma de dinero equivalente a 300 quetzales.A unos metros, otro grupo de seis migrantes miraba a la orilla opuesta, donde otra camioneta de la Patrulla Fronteriza estaba al pendiente de sus movimientos, y a la lancha de bomberos, hasta que desapareció debajo del Puente internacional II, dos kilómetros antes del lugar del desembarco, en el parque Viveros, parte de la ruta natural de cruce de los migrantes.Muro metálicoEs en este tramo en el que el gobierno de Estados Unidos pretende construir una parte del monstruoso y costoso muro metálico para detener una inmigración procedente de diversos países de América Latina e incluso otras latitudes, que más que acobardarse ante esta muralla que aún no existe, se envalentona y la pone como una prueba más a sus osadía, prueba que ya ha costado muchas muertes.

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