«España no sabe decir que no a Marruecos en materia de menores»
El juez Emilio Calatayud ve en el principio de reciprocidad la solución a la llegada masiva de MENA a Ceuta, pero, si se quedan en la Ciudad Autónoma, «hay que insertarles»
Diario Sur, , 23-12-2007Emilio Calatayud lleva desde 1988 trabajando como juez de Menores en Granada. Ha visto mucho. Prácticamente, todo. «Los chavales que son chorizos, son chorizos, y los que delinquen puntualmente, hay que ayudarles». Con un discurso poco ceñido a los corsés del mundo judicial y célebre en todo el país por sus sentencias ejemplares a jóvenes entre 14 y 18 años, no cree en los centros cerrados como solución al problema y echa buena parte de la culpa a los padres. «En un centro de ese tipo, lo que se oye por las noches son lloros, lágrimas de niños que, inmaduros, crecieron demasiado rápido», arranca tras su primera ponencia en la ciudad autónoma dentro del curso ‘Reflexión activa sobre el futuro profesional de jóvenes y mujeres ceutíes’, de Procesa.
La responsabilidad de un menor está muy dividida. Profesores, familia, amigos, medios de comunicación, políticos. Todos tienen algo que decir. No obstante, asegura que si se educara a los padres, «se reduciría el ochenta por ciento de la delincuencia en menores». Y en Ceuta, qué se hace con los menores inmigrantes no acompañados (MENA) si los padres están en el país vecino. «Eso es sencillo, pero no se hace. Lo primero que debería hacer España es aprender a decir que no a Marruecos en materia de menores, no sabe decir que no. El Gobierno de la Nación está acostumbrado a soltar dinero por no perder las buenas relaciones con el Rey alauí, pero los centros se colapsan y el problema persiste», explica. «Hay que abogar por el principio de reciprocidad, la coexistencia ya está aquí, el respeto se presupone, pero todos tienen que cumplir», valora Calatayud.
En 2006, se incoaron en Ceuta cerca de doscientos expedientes de menores. «Aquí la labor se agiliza, en Andalucía la situación está mucho más colapsada». No obstante, considera que si algunos de estos jóvenes se quedan en la ciudad autónoma, «hay que insertarles en sociedad». El Gobierno local es el responsable de firmar convenios con empresas para potenciar la integración en ese sentido. «Ese trámite depende del grado de solidaridad de las autonomías con los menores extranjeros y españoles, en Andalucía funciona bastante bien», explica. «En el caso de los MENA que hay en Ceuta, primero apuesto por la integración y después por el reagrupamiento familiar, por eso es necesario el principio de reciprocidad con Marruecos»
Estos menores se suelen convertir «en pequeños delincuentes». No obstante, y aunque Calatayud defiende la posibilidad de cambiar esta situación, reconoce que «lo más triste de los que logran cruzar a la península y que han cometido delito, es que logran insertarse, mientras que el resto, que son totalmente inocentes, tienen más problemas».
Calatayud dice que tiene buenos amigos jóvenes entre los que ha juzgado. «Antes de venir me cantaron villancicos». Para los chavales marroquíes delincuentes también tiene condena ejemplar: «aprender castellano e ir a clase».
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