La fertilidad en EE.UU. crece gracias a las madres inmigrantes y adolescentes

ABC, 23-12-2007

ANNA GRAU SERVICIO ESPECIAL

NUEVA YORK. Los norteamericanos dicen que están contentos: la tasa de fertilidad en su país alcanzó en 2006 los 2,1 hijos por mujer. Es una tasa histórica para ellos, la más alta desde el «baby boom» que experimentaron entre finales de la Segunda Guerra Mundial y los sesenta, y una verdadera hazaña para todo el mundo industrializado. Ni siquiera en Europa, con sus bajas de maternidad y sus «cheques – bebé», se consiguen grandes entusiasmos reproductivos. Sólo los países con un índice de inmigración importante, como Francia, rompen el techo natal de los 2 hijos por mujer.

Los americanos dicen que están contentos porque este repunte de los nacimientos garantiza por primera vez en mucho tiempo el relevo generacional, es decir, económico. Lo «mejor» es que el segundo «baby boom» americano les ha salido solo, sin que nadie se tome la molestia de incentivarlo. Las bajas maternales son dudosas y pírricas, los seguros médicos son implacables (dos o tres días de hospital para parir y a la calle, incluso con cesárea), guarderías y colegios son carísimos, la jornada laboral es abrumadora…Y aún así, han nacido criaturas por encima de lo previsto.

Entre las posibles causas, los expertos citan la prosperidad económica (eso es innegable para ciertos sectores) y la mejora de las condiciones laborales de las madres trabajadoras (eso es cinismo). No es que no haya habido absolutamente ningún progreso en ese sentido. Pero la conciliación laboral y maternal, en Estados Unidos, es más un mérito personal de cada madre que lo consigue, que del sistema que la ayude.

Los datos del National Center for Health Statistics (algo así como el centro de estadísticas de la salud) dejan bien clarito, para quien quiera verlo, que sin los inmigrantes, Estados Unidos no viviría la euforia reproductiva que vive. Y eso que, desde 1970, a la hora de confeccionar estas estadísticas no se tiene en cuenta a los hijos nacidos de los no – residentes legales.

Es más: escudriñando más a fondo la letra pequeña de los datos de los que se dispone (aún provisionales), resulta que parte de la clave del baby boom se explica por un incremento espectacular de los niños sin padre. La fertilidad más alta se registró en mujeres de entre 20 y 24 años no casadas. Las madres americanas sin marido fueron en 2006 un total de 1.641.700. Eso significa un 8% más que el año anterior y un 20% más que en 2002, que es cuando empezó a detectarse la tendencia.

Cada vez más jóvenes

¿Es esto voluntario, fruto de una paulatina apuesta por la maternidad solitaria, o es el resultado de masivos fracasos sentimentales y familiares? Las estadísticas muestran unas fertilidades cada vez más tempranas, que le han quitado el hipo a más de uno.

Esta semana, Estados Unidos se ha conmocionado con la noticia de que la hermana adolescente de Britney Spears estaba embarazada de su noviete. Pues la pequeña Spears no está sola. De 2005 a 2006, la fertilidad de las chicas de entre 15 y 19 años creció un 3%, situándose en 41,9 nacimientos por cada 1.000 chicas. Eso le da por primera vez la vuelta a una tendencia que era descendente desde 1991.

Las jovencitas «negras no hispanas» encabezan este ranking, según el estudio. Su fertilidad creció un 5% en un solo año. Las siguen, con un 4%, las de origen amerindio o nativas de Alaska, y con un 3% las «blanquitas» o gringas. Las hispanas son las menos lanzadas, creciendo tan sólo un «modesto» 2%. ¿Es realista suponer que estos nuevos embarazos son deseados y buscados? No es oro todo lo que reluce en las estadísticas.

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