"Hay que sacar el debate educativo de los foros de poder para plantear un cambio profundo en nuestra escuela"

Diario de Noticias, maría olazarán, 23-12-2007

pamplona. La teóloga y pedagoga Carmen Pellicer ofreció su visión sobre Educación para la Ciudadanía durante una charla organizada por Cristianos Socialistas en Pamplona.

La polémica sobre Educación para la Ciudadanía se está aplacando…

Se ha calmado en las comunidades donde se ha implantado, pero resurge en aquellas donde aún no lo ha hecho.

Pero después de las movilizaciones la situación no ha ido a más. ¿Qué ha ocurrido esto?

Se ha calmado porque se ha iniciado con normalidad. Creo que cuando la gente ha visto que no era para tanto pues la cosa está bastante tranquila. El tema se politizó en un clima muy crispado como el que estamos viviendo en los últimos años y se ha utilizado como un arma arrojadiza entre unos y otros. Se aprovechó la confusión de las familias que no sabían bien de qué iba esto. Además algunos medios de comunicación han presentado una visión muy viciada de la asignatura, citando contenidos que nunca han aparecido en los currículos y sacando fantasmas que no tenían que ver con la realidad.

Su visión de teóloga católica y defensora de la materia choca con la Iglesia, que se ha posicionado en contra.

He defendido la asignatura porque llevo muchos años trabajando en ello. Fui profesora de una asignatura piloto en Gran Bretaña y pertenezco al Foro de la Sociedad Civil de la UE. Esta iniciativa se viene trabajando desde hace años y sabía que antes o después se iba a implantar aquí. Siempre aposté por ella. Quizá la crítica que haría es que se ha implantado debido a esta polémica de forma poco ambiciosa. Aunque ha habido un sector más beligerante dentro de la Iglesia creo que mucha gente no ha apoyado esta radicalidad. Es comprensible que a la Iglesia, como ocurre con los temas de educación que abordan la personalidad y aspectos del crecimiento humano, le despierte preocupación.

¿Cómo salvaron las diferencias?

En los borradores había algunos aspectos que los creyentes no veíamos adecuados, pero llegamos a una fórmula aceptable. Los contenidos están redactados de una forma muy abierta y respetuosa; son un retrato de los valores y derechos humanos de obligado cumplimiento más allá de ideologías.

Para otros está demasiado abierto y puede permitir a ciertos centros no impartir ciertos conocimientos…

Todos los decretos curriculares de cualquier materia llevan un proceso de adaptación. Las leyes publican un currículum y los centros deben cumplir los contenidos mínimos. Pueden poner su sello , pero no dejar ningún contenido mínimo sin dar: derechos humanos, tema de participación y asociacionismos y la prevención de violencia social y construcción de la convivencia. Esto no se puede dejar de lado. De hecho los profesores llevábamos años pidiendo espacio suficiente para poderlos trabajar bien.

¿Qué le diría a aquellos que dicen que estos contenidos ya se tratan de manera transversal?

Pues que no está reñida una cosa con la otra. La LOE instaura un nuevo marco curricular, el de las competencias básicas. Una es la cívico – social, una gran Educación para la Ciudadanía que tiene que darse en todas las materias, la vida escolar, la organización del centro y en colaboración con la sociedad. Es complementario, pero hay quien lo presenta como una dicotomía y es falso. Lo mismo ocurre con las competencia matemática o lingüística. Ciudadanía es una herramienta para mejorar la calidad de la educación de los niños no para dedicarse a hacer panfletos ideológicos. No creo que una campaña de descalificación de la escuela como han hecho algunos ayude en nada a la maltrecha educación que tenemos en este país.

¿Cree, como dicen, que el Estado está quitando espacio a la familia?

El papel de la escuela esta cambiando. Hace 20 años la socialización primaria se daba en un contexto muy cercano y hoy en día se ve influenciada por agentes muy poderosos de carácter mas anónimo. La escuela en aquel paradigma tenía una función de instruir, preparar para trabajar , pero hoy tiene un papel de educar, fomentar esa educación integral. La familia ha perdido peso en esa socialización y quizá mas que nunca sea necesaria esa colaboración familia y escuela. Ha habido un debate de sobre quién ostenta este derecho. El derecho a la educación lo tiene cada niño y todos debemos garantizar que este derecho se cumpla.

Antes comentaba que la materia se ha implantado de forma poco ambiciosa. ¿En que se ha quedado corta?

Primero, empieza tarde. Creo que los años claves para la educación moral y en valores son los primeros años de escolarización. Necesita más tiempo, recursos, mejorar la formación del profesorado… Además, hace falta un cambio de metodología didáctica que en este país cuesta mucho. La interdisciplinaridad, la capacidad de establecer proyectos en colaboración con otras asignaturas es una tradición que hay que implantar en nuestro país. Educación para la Ciudadanía es un paso adecuado pero queda mucho por hacer.

¿La LOE permite cambios?

No todos los que algunos desearíamos, pero permite trabajar en colaboración con otras materias, ampliar el horario, que en Navarra no se ha dado, y cambiar la organización del currículum para llevar a cabo una verdadera educación cívica.

Pero, ¿de dónde quitamos?

La mentalidad de quitar a unos para dar a otros es problema de la definición de nuestro currículum donde el conocimiento está fragmentado y hay poca tradición de colaboración. Hay que dejar de pensar que nos robamos tiempo y trabajar juntos.

¿Qué opina de los cambios de la LOE con respecto a Religión?

Creo que debería haber una formación religiosa obligatoria, ya que configura nuestra cultura y en todo ser humano hay una dimensión espiritual. Cuando despoliticemos el debate sobre lo religioso descubriremos el potencial que hay, muy importante hoy para la interculturalidad y convivencia con otras personas de otras religiones. Hay quien ha intentado enfrentar Religión con Ciudadanía, pero hay sitio para todos. No son incompatibles, yo soy la autora de los libros de Santillana de ambas materias. Hay que serenar el debate, que hablen los educadores.

¿La política ha traspasado la raya?

Sí, y es tremendamente perjudicial. Este debate ha sido una cortina de humo que se ha utilizado para evitar hablar sobre temas más acuciantes para la escuela, que afectan a la calidad de nuestra educación. Hasta que no encontremos foros para hacer un debate pacífico donde los protagonistas seamos los educadores y no otros esto no va avanzar. La crispación que ha provocado este debate está generando una apatía entre el profesorado muy preocupante. Porque si hay algo claro es que nuestra escuela necesita un cambio profundo. Esto es inexcusable después de los resultados de PISA y de la experiencia docente, sobre todo, en ESO: con unos problemas de violencia y acoso que nos superan, con una integración de la inmigración mal resuelta y pocos recursos. Tenemos un serio desafío: cambiar nuestras escuelas. Y esta polémica genera desilusión en un profesorado que no termina de creer que este cambio sea posible. Todos aclamamos un pacto social por la educación para sacar el debate de los foros de poder y plantear cómo podríamos cambiar.

¿Dónde están las claves?

Generar foros, no hay que debatir en los periódicos sino en las aulas, hacer una inversión seria, las ratios en las aulas, la tutoría… hay cosas en la organización que necesitan cambiar. Es clave la formación del profesorado, inicial y permanente y también dejar de echarnos los trastos unos contra otros, pública contra privada, familia contra docentes. La calidad solo ganará si ganamos todos.

¿Le sorprenden los resultados de PISA?

En absoluto. El tipo de debate que genera PISA es más interesante del que genera Ciudadanía porque nos invita a conocer buenas prácticas en otros lugares, ayuda a reflexionar sobre nuestra propia historia educativa, hemos avanzado mucho, también hay que ver las cosas buenas que hemos hecho. Y sobre todo nos ayuda a preguntarnos si lo hacemos lo estamos haciendo bien.

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