Europa aprueba la libre circulación de 352 millones de personas desde España a Rusia
La entrada en vigor del nuevo Espacio Schengen elimina las fronteras entre veinticuatro países La UE considera que es el acontecimiento más importante del año en el continente
El Correo, , 21-12-2007Europa se hace más grande. No es que se haya producido una ampliación a nuevos países, sino que esta vez es la idea de Europa, la aplicación de sus principios básicos, la que se extiende a países que ya son miembros de la Unión, pero que a partir de hoy quedan físicamente unidos con los antiguos miembros de la UE. El llamado Espacio Schengen, la zona donde se ha establecido la libre circulación absoluta de los ciudadanos y viajeros «de buena fe» llega desde Algeciras hasta la frontera entre Estonia y Rusia, sin pasaporte ni controles, salvo los ordinarios de identidad que se apliquen a todos los ciudadanos.
Sobre el terreno, las ceremonias las protagonizaron ayer el primer ministro eslovaco, Robert Fico, y el canciller austriaco, Alfred Gusenbauer, aserrando la barrera de una frontera que en 1989 fue la válvula de escape para miles de ciudadanos de Alemania del Este que huían del campo de concentración en que se había convertido Alemania Democrática.
Después de tanto sufrimiento, guerras y postguerras, los responsables europeos han considerado este acontecimiento como el más importante de los que se han producido en Europa durante este año, para algunos más aún que la firma del Tratado de Lisboa. La creación de un espacio de veinticuatro países abierto a la libre circulación de sus 352 millones de habitantes constituye un acontecimiento, en efecto, único en el mundo.
Se ha elegido la fecha del 21 de diciembre por una razón muy evidente: haberlo hecho el 1 de enero, que parece siempre un momento más redondo, habría obligado a millones de personas a tener que pasar los viejos trámites fronterizos durante los viajes de Navidad y fin de año. El viernes, porque es el primer día en que muchos trabajadores y escolares empiezan sus vacaciones. Es decir, la conveniencia práctica de esta medida a estos efectos se pondrá a prueba prácticamente desde el primer día de su entrada en vigor.
La decisión de aceptar a estos nueve países en el Espacio Schengen Estonia, Letonia, Lituania, Malta, Eslovaquia, República Checa, Eslovenia y Polonia fue adoptada por los ministros del Interior en noviembre y ratificada por el último Consejo Europeo. Para ello, los nuevos países han tenido que certificar que estaban preparados para hacerse cargo de la administración de las nuevas fronteras exteriores, incluyendo la transferencia de información sobre los pasajeros, según los estándares necesarios para garantizar la seguridad colectiva.
Consecuencias simbólicas
A vista de pájaro, las primeras consecuencias resultan ser cosas tan simbólicas como que la República Checa y Eslovaquia vuelven a estar físicamente unidos, con la desaparición de la frontera entre estos dos países que hasta hace una década eran uno solo. Alemania, acostumbrada en la historia de Europa a ser el límite oriental de la Unión, ha dejado de tener fronteras exteriores. Ahora el Espacio Schengen acaba en Eslovenia, Hungría, Polonia o las Repúblicas Bálticas. El enclave ruso de Kaliningrado se ha quedado definitivamente engullido por la geografía comunitaria a su alrededor.
Como todo no podían ser ventajas, lo que es bueno para los eslovenos que no sólo entran en Schengen, sino que el primero de año ejercerán la presidencia rotatoria de la UE significa que están obligados al mismo tiempo a volver a levantar la frontera con Croacia, país vecino y con el que están muy unidos puesto que ambos fueron miembros de la desaparecida Yugoslavia. Para Polonia sucede algo parecido, ya que hasta ahora daban un trato preferente a los ucranianos, que vienen a trabajar para ocupar los puestos que han dejado libres los polacos que a su vez se han trasladado a los países de Europa Occidental en busca de mejores salarios.
La situación es poco relevante para los croatas, que están ya en el camino de convertirse en miembros de la UE, pero lanza un mensaje negativo a los ucranianos, que después de aquella ‘revolución naranja’ que apostaba decididamente por la aproximación del país a Occidente, pero que ahora reciben como respuesta el cierre de las fronteras y el endurecimiento de su acceso como viajeros o como trabajadores a la UE. Los ucranianos, como todos los ciudadanos de países terceros, también se beneficiarán de esta innovación y podrán viajar libremente por los veinticuatro países, siempre, claro está, que consigan ese preciado visado Schengen.
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