Polonia se convierte desde anoche en el límite oriental más importante del ‘imperio Schengen’, lo que obliga a las autoridades polacas a impermeabilizar la frontera con sus vecinos del Este. Hasta ahora, este era el principal coladero de Europa para los inmigrantes que provenían de los países de la antigua URSS y Asia.

«Es un momento importante que esperábamos desde hace 15 años y por eso nos hemos preparado concienzudamente en los últimos meses», declaró Anna Wojcik, responsable de un puesto fronterizo polaco con Bielorrusia que ha reforzado sensiblemente las medidas de control y seguridad.

«Hemos hecho cursos de documentos – copia con colegas holandeses para conocer las últimas técnicas en falsificación de pasaportes y hemos estudiado el acuerdo Schengen», señaló a la agencia Efe Wojcik. Como ella, otros 10.000 funcionarios se encargarán de vigilar con especial celo la frontera este de Polonia. Sin embargo, lo que más preocupa a ojos de las autoridades es la llamada «frontera verde», la zona boscosa que sirve de límite entre Polonia y Ucrania, donde por unos 2.000 euros, las mafias locales cruzan a los desesperados a través de tortuosos senderos de montaña. La región es conocida como uno de los pasos con más probabilidad de éxito, aunque también uno de los más peligrosos.

El Gobierno polaco se esfuerza en blindar esta frontera desde los últimos 10 años, con el objeto de cumplir los objetivos de Schengen. «Creo que a partir de este momento los bielorrusos, ucranianos y rusos tendrán más dificultades para acceder a Europa», apuntó un analista político del diario ‘Dziennik’.