Inmigración

La corteza de Babel

El Mundo, PABLO HERRAIZ, 17-12-2007

Los extranjeros aprovechan cualquier lugar para colocar carteles en los que buscan trabajo o una habitación donde dormir. En el distrito de Aluche hay un pino repleto de letreros aferrados con celo a la corteza En polaco, en ruso, en lituano. También en español y en rumano. Se alquilan pisos o habitaciones en todos los idiomas. Junto a la gasolinera de Aluche, en el aparcamiento frente al Metro y en los alrededores de la comisaría. Los carteles están pegados con celo, o grapados a la corteza de los árboles. Se podría decir que son las páginas amarillas de los inmigrantes, o el catálogo del INEM en versión callejera.


En una zona más bien pequeña hay una concentración de anuncios particulares inusitada, referencia para las muchas personas que pasan por allí a diario. A cualquier hora de cualquier día, y sobre todo los fines de semana, hay alguien parado leyendo esos carteles. Boli y papel en mano, o con el teléfono móvil, muchos apuntan el número que les puede dar lo que buscan.


Probablemente, todo empezó gracias a los polacos. Desde hace años, en el aparcamiento se celebra todos los domingos el mercadillo polaco, al que decenas de conductores traen productos de Polonia todas las semanas. Hacen el viaje de ida y vuelta a su país cada cuatro días para vender a sus compatriotas lo que en Madrid no podían encontrar. Sus furgonetas aparcan repletas de comida, prensa, libros y objetos del país.


Información


Al final, muchos asiduos pusieron sus carteles en los árboles y convirtieron al lugar no sólo en un mercadillo, sino en una oficina de información en plena calle. La mayoría de los anuncios que hay en esta zona del distrito de Latina se refiere a alquileres de habitaciones, como explica un joven lituano que ya está cansado de vivir en Morata de Tajuña, hacer todos los días tres cuartos de hora de viaje en autobús y volverse por las noches después del trabajo.


«Quiero venirme a Madrid, aquí están todos mis amigos, así que me he apuntado el teléfono de tres pisos donde alquilan habitaciones», explica mientras empieza la primera llamada con su móvil.


Un minuto después de hablar en lituano lo deja, porque no le convence mucho la oferta. Primero va a irse a ver una casa de Villaverde, donde le han dicho que tienen una habitación para él.


Los carteles están en muchas lenguas, aunque la mayoría es de países de Europa del Este, de gente que ofrece una habitación en una buena casa de Alcorconie o Fuenlabradzia.


El precio medio de las habitaciones para inmigrantes está en 250 euros mensuales. Y no lo dice el mercado inmobiliario, sino los carteles. Casi todo lo que se alquila está en los municipios del sur de la capital o en el mismo sur de la ciudad: Villaverde, Vallecas, Usera…


Los fines de semana es cuando esta oficina de información bulle de público. En la gasolinera, los empleados cuentan que hay tanta gente que cada vez se pegan más carteles, que se alternan en la calle con los cascos de litronas, porque el párking también es zona de asueto, pese a que dos grandes torres de alta tensión no lo hacen muy atractivo.


En la acera de enfrente, aunque a cierta distancia, porque la frontera de la avenida de los Poblados es muy grande, también hay carteles. Están junto a la comisaría de Latina, al lado de la vieja cárcel. La posición de los anuncios es estratégica: ayudan a pasar el tiempo a los que esperan las interminables colas para regularizar su situación.


Algunos han llegado a encontrar trabajo gracias a las ofertas que hay en las fotocopias de los árboles, y otros en cambio se ofrecen para currar, como una chica que oferta Makijaz y Manicure para las clientas más coquetas. También se anuncian asistentas, cuidadoras para niños, reformas de pisos y coches en venta.


En una farola muy alta y totalmente empapelada reina el mejor de los carteles. Tiene una foto en color y todo, en la que aparecen tres hombres como vestidos con uniforme de policías y un panel con lemas detrás, a modo de photo – call. A primera vista parecen los hombres de Harrelson, que ofrecen su número de móvil para ser contratados en arriesgadas misiones.


Lo que pasa es que el cartel está en ruso, y para algunos es difícil de leer. Por suerte el joven lituano lo entiende bien y lo traduce. Después de leerlo se echa a reír y explica que se trata de un grupo que organiza fiestas de Navidad. Y nosotros pensando que eran agentes secretos…

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