Un hombre muere tiroteado en Eibar durante una reyerta por una separación matrimonial
El presunto homicida también hirió a la esposa y a dos hijos de la víctima, todos de etnia gitana, con un rifle del 22 «Vi a un joven que gritaba: '¿Han matado a mi mama y mi papa!», declaró un testigo, que escuchó al menos 15 tiros
El Correo, , 15-12-2007Un hombre murió ayer en Eibar, y su esposa y dos de sus hijos resultaron heridos de diferente gravedad, al ser tiroteados durante una reyerta entre dos familias gitanas enemistadas por una separación matrimonial. El suceso se produjo sobre las 13.20 horas, cuando cinco miembros de uno de los clanes se apearon de dos furgonetas en el barrio Urki provistos de palos. A continuación, una persona de la otra familia comenzó a dispararles con un rifle del calibre 22. Un testigo aseguró haber escuchado, al menos, quince tiros. «Vi a un joven ensangrentado que gritaba: ‘¿Han matado a mi mama y a mi papa!’», relató.
El fallecido, J.J.G., de 46 años, permaneció tendido sobre el asfalto durante casi tres horas, hasta que el juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver. Su mujer, M.A.E.P., de 43 años, y los hijos P.J.E. y F.J.E., de 20 y 23 años, fueron trasladados a un hospital de San Sebastián y otro de Mendaro, donde permanecen ingresados. El más joven de los heridos tenía un orificio de entrada en el pulmón que le provocó una hemorragia. La madre fue alcanzada en el abdomen, el tórax y las extremidades, aunque su estado no revestía tanta gravedad. El otro hijo fue el más afortunado, pues sólo recibió balazos en las extremidades.
El presunto homicida, R.V.E., de 47 años, fue detenido por la Ertzaintza poco después de los hechos. Los agentes le desarmaron mientras los sanitarios asistían a las víctimas. Según los vecinos, el arrestado reside en Eibar y es el hermano de José Antonio Valdés, ‘El Molina’, asesinado en 1994 por su compañera sentimental, que mantuvo el cuerpo oculto en un congelador durante dos años. El truculento crimen se produjo cerca del lugar del tiroteo. La autora fue condenada a 20 años de prisión. Había trasladado el cadáver congelado a una vivienda alquilada.
Los ertzainas señalaron ayer diecinueve puntos en el nuevo escenario del crimen, que podrían corresponder a otros tantos casquillos de bala. El hermano de ‘El Molina’ efectuó presuntamente los disparos frente a un viejo edificio de dos plantas situado en la calle Polonia Echeverría, en el que varias familias gitanas residen desde hace tiempo. Cuando los agentes iniciaron las pesquisas inspeccionaron las dos furgonetas aparcadas frente a la casa, entre otras diligencias, algunas personas anunciaron a grandes voces que se marchaban del barrio, con las pertenencias envueltas en hatillos. Exclamaban antes de irse: «¿Que viene la gente del difunto a matarnos!».
Los vecinos payos manifestaron, resignados, que la tragedia «se veía venir» pues las peleas y los gritos se repetían con frecuencia. «La mayoría de los que vivimos por aquí sospechábamos que algo de esto podría suceder», declaró un residente.
El móvil
El origen del tiroteo fue, al parecer, un proceso de separación matrimonial que se tramita en un juzgado de Eibar. Uno de los cónyuges pertenece a la familia del supuesto homicida, un clan que reside en Eibar. El otro cónyuge es pariente del clan tiroteado, que está establecido en la comarca de Tolosa. Las dos familias habían acudido a primera hora de la mañana a las dependencias judiciales para asistir a una diligencia y acabaron cruzando insultos.
Varias horas más tarde, sobre las 13.20, irrumpieron dos furgonetas en la calle Polonia Echeverría, una ‘Sprinter’ amarilla y una Volkswagen. Estaban ocupadas por cinco miembros de la familia de Tolosa que esgrimían palos. El hermano de ‘El Molina’ les esperaba supuestamente con un rifle del 22, un arma que suele utilizarse en el tiro al blanco y que está prohibida para la caza, pues la bala sale despedida a gran velocidad y atraviesa el cuerpo de la pieza, sin llegar a abatirla.
Los tres heridos la madre y sus dos hijos corrieron a un bar cercano para refugiarse y pedir auxilio. Cuando llegaron los ertzainas, encontraron al presunto homicida junto al cadáver del padre, cuyas heridas no fueron precisadas. El médico forense certificó que estaba muerto. Una persona que no fue identificada también tuvo que recibir atención médica al sufrir un ataque de nervios.
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