El estudio ‘La Comunidad Musulmana de Origen Inmigrante en España’, realizada por los ministerios de Justicia, Interior y Trabajo, dibuja a un colectivo cuyos miembros se sienten mayoritariamente adaptados al modo de vida de nuestro país, valoran la libertad de la que disfrutan, se congratulan por el funcionamiento de servicios públicos como la sanidad y niegan trabas para practicar su religión. Como toda encuesta, ofrece una radiografía sintética y general que no permite reflejar aquellos gestos de xenofobia, discriminación o desconsideración hacia el diferente que pueden aflorar cotidianamente. Pero es precisamente la persistencia de esos recelos más o menos explícitos la que confiere más valor a las cifras, que apuntan a una voluntad imprescindible de los ciudadanos mahometanos por integrarse en el estado que les ha acogido y al logro de una convivencia estable por encima de los minoritarios brotes racistas.