La ruta de los desesperados
Pese al aumento de la vigilancia y al desvío de pateras a otros puntos de la costa española, el Estrecho sigue utilizándose como pasillo de entrada de sin papeles
Diario Sur, , 11-12-2007LOS 14 kilómetros que en línea recta separan Tánger de Tarifa dejaron de ser la ruta preferente para los traficantes que se lucran de la inmigración irregular. Es el camino más rápido para alcanzar la ansiada Europa desde África, pero desde la instalación de las cámaras del Sive dejó de ser segura y las probabilidades de alcanzar tierra sin ser descubiertos son demasiado elevadas. Pese a ello, las pateras no han dejado de lanzarse al agua en dirección a Cádiz. Bien es cierto que su número es casi insignificante si se compara con las avalanchas registradas antes del año 2002, pero ¿por qué siguen llegando, pese a los controles y a las altas probabilidades de fracaso?
Los ocupantes de las últimas embarcaciones interceptadas tienen la respuesta: el precio que han pagado por cubrir la peligrosa travesía es sensiblemente inferior al que abonan otros inmigrantes que realizan itinerarios más largos, más penosos pero que los traficantes consideran más exitosos para sus fines. Además, como en todos los órdenes de la vida en este negocio ilícito también hay clases, y aquellos que pagan más, viajan en embarcaciones más potentes, con menos ocupantes e incluso tienen derecho a hacer más de un intento si son interceptados.
Los últimos botes detectados e interceptados por el Servicio Marítimo de la Guardia Civil en la costa de la Janda y en puntos tan custodiados como Camposoto, en San Fernando, son de madera – la denominada patera – , con un único motor de apenas 25 cv de potencia y con decenas de inmigrantes en su interior; unos desesperados sin papeles que han pagado por un trayecto abocado casi al fracaso, entre 800 y 1.000 euros; frente a los más de 1.500 euros que puede costar una salida desde Mauritania con destino a las Islas Canarias.
Los traficantes saben que estos viajeros serán descubiertos muy probablemente, pero nunca estuvo entre sus preocupaciones la seguridad de sus clientes. Se aprovechan de su desesperación y de las esperanzas que genera ver desde Marruecos la costa tarifeña con total nitidez, para seguir enviando embarcaciones a un triste final. Un análisis en el que coinciden tanto fuentes de Interior como de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Esa proximidad que infunde esperanzas es la misma que mueve a los marroquíes que no tienen dinero para pagar a las organizaciones y que deciden cruzar el Estrecho con sus propios medios, aunque estos sean una simple tabla de surf, una balsa de plástico de juguete o un flotador grande como ha quedado de manifiesto en algunas de las últimas interceptaciones.
La llegada de embarcaciones a puntos poco frecuentes de la costa murciana o incluso de Mallorca a lo largo de este año descubría nuevas rutas trazadas ante el aumento de la vigilancia en destinos habituales como Fuerteventura, Lanzarote o el litoral andaluz. Así se podía saber, a través del testimonio de los propios inmigrantes, que habían cubiertos trayectos que empezaban en Orán (noroeste de Argelia) y terminaban en Cabo de Palos (Cartagena) o una de las más llamativas, que comenzaba en Dellys (al norte de Argelia) y que desembocaría en Porto Colom (Mallorca). En la primera, los sin papeles debían cubrir un trayecto de unos 177 kilómetros y en la segunda la distancia es aproximadamente de 350 kilómetros.
Desde la primera ruta del Estrecho, los traficantes han ido desviando sus pateras, para burlar las cámaras de vigilancia del Sive, por la costa andaluza en dirección hacia Almería y Portugal, pero el blindaje del litoral de Andalucía, reactivó con fuerza el pasillo desde el Sáhara Occidental hasta Canarias; las primeras avalanchas afectaron a las islas del archipiélago más próximas a África como son Lanzarote y Fuerteventura. Pero la presión policial provocó un nuevo desvío hacia islas más alejadas como Gran Canaria y Tenerife; lo que ponía aún más en peligro la vida de los sin papeles que deben soportar penosas condiciones en travesías cada vez más largas.
A falta del balance final que se elaborará al cierre del año, todo apunta que se volverá a producir un nuevo descenso en el número de inmigrantes interceptados en el área del Estrecho.
El último dato oficial es el recuento desde enero a julio, con 2.248 sin papeles apresados, frente a los 3.663 que fueron localizados en el mismo periodo de 2006. Son aquellos que aún confían en la escasa distancia que hay entre Cádiz y Marruecos para lograr con éxito su salto a Europa.
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