El cineasta y escritor Samuel Benchetrit reivindica las periferias francesas en su novela ´Crónicas del asfalto´
Yo fui feliz en la ´banlieue´
La Vanguardia, , 07-12-2007JUSTO BARRANCO – Barcelona
Samuel Benchetrit (París, 1973) se muestra ensimismado. Promociona su libro Crónicas del asfalto (Anagrama) porque toca, pero sin entusiasmo, dejando ver en cada gesto que querría estar en otro lado. Sólo se le ilumina el rostro cuando cuenta que al día siguiente verá en Vilanova a su amigo Sergi López: le dirigió en la película Janis y John.Y se conmueve cuando habla de sus compañeros muertos, de los tres niños con los que creció, inseparable, en una banlieue y que no superaron la treintena: la esperanza de vida no es igual para todos. Sobre la madre de su primer hijo, la actriz Marie Trintignant, muerta a golpes por el músico Bertrand Cantat, sólo dice que no contestará si no tiene ganas.
Parece que en la vida de Benchetrit, escritor, cineasta, dramaturgo, hijo de gitana y judío, todo ha ido deprisa. “Samuel Benchetrit es a la literatura lo que los Sex Pistols al rock: ágil, fresco, descarado”, afirma su editor, Jorge Herralde. También tierno, como mínimo en el primer volumen de Crónicas del asfalto – serán cinco, un repaso novelado de su vida hasta hoy-, dedicado a su infancia en la banlieue de Champigny-sur-Marne. Una infancia que se despliega en un bloque social típico de banlieue de hace décadas con mil historias y un ascensor que causa situaciones estrambóticas. La mirada de Samuel y sus amigos Karim, Daniel y Diego – con sus primeros amores, robos, chulos y chicas-, filmes como Las noches salvajes,que les marcan, e incluso astronautas que aterrizan por error en el edificio dibujan un paisaje de neón, asfalto y amistad.
“Quería escribir sobre las banlieues.Los medios y la policía hablan de una forma que nome gusta nada sobre ellas. Yo crecí en una donde tuve una infancia muy feliz. Y aunque ya no viva en la banlieue,te acompaña toda la vida, y quería hacer constar que, sean cuáles sean los problemas, hay humor”, dice Benchetrit en Barcelona. Aunque, añade, “son ciudades muy mal construidas, hoy completamente degradadas, y los jóvenes se rebelan porque la política francesa las ha abandonado totalmente”.
No sólo eso: “Han usado la banlieue para dar miedo a quien no la conoce. Banlieue es la palabra maestra, señala a gente despiadada. Y claro que allí hay jóvenes que viven con muchos problemas, pero se vive bien, no es tan horrible. Sarkozy explica historias delirantes, de ciencia ficción sobre las banlieues,parece que la gente se mate a tiros por las calles”.
Para Benchetrit el problema es el paro. “Cuando hubo motines sólo hablaba de autos quemados, no de por qué 300.000 jóvenes se rebelaban. De que querían más trabajo, atención social, regeneración de los edificios. La reacción de Sarkozy: reforzar las comisarías de policía. El problema de Francia vendrá de las banlieues y será grave”.
El escritor dice que lo único que le importa en el libro “es ser honesto con el recuerdo de un sentimiento”. Quizá la añoranza. “En mi vida en París me falta esa gente. Los tres amigos del protagonista han muerto, dos de sobredosis, uno en la cárcel. Cuando los diarios hablan de esperanza de vida me parece indecente. Mis amigos tenían una esperanza de vida muy débil. Pienso cada día en ellos y muchas veces me intimida su recuerdo. No sé si escribo por eso”. Y acaba con una reflexión: “Mi hijo de nueve años tiene problemas más importantes en su infancia que yo pese a que vivimos en un barrio pijo como Saint-Germain-des-Prés. Está más solo. Yo estaba con mis amigos, me crié con ellos. La soledad es mucha indiferencia”.
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