Los chicos sólo se quejan del frío

Canarias 7, Loreto Gutiérrez, 05-12-2007

A las dos de la tarde suena la campana que marca el cambio de hora y los chiquillos salen en tropel de las aulas hacia el comedor. Cuando se cumple una semana de su llegada, los menores inmigrantes trasladados desde Canarias han dejado atrás la inquietud inicial y corretean alegres detrás de una pelota. Eso sí, aquí tienen que jugar bien abrigados.

El pueblo de Armenteros está a más de mil metros de altitud y el frío, ese frío salmantino que supera los 10 grados bajo cero en lo más crudo del invierno, es una novedad poco agradable para chiquillos criados en África, en su mayoría de Senegal, donde la temperatura media no baja de 20 grados. Todas las instalaciones tienen calefacción, pero aún así les cuesta acostumbrarse y acuden a las clases con jersey y gorro.

Más allá de las inclemencias del clima, los menores aseguran sentirse bien y se han adaptado sin dificultad. Se acuerdan de los amigos que dejaron en Canarias, compañeros de centro o monitores, pero afrontan con ilusión su salto a la Península.

La clave de que todo haya ido bien se llama Selle Dieng, un senegalés que lleva 20 años en Salamanca, que ejerce de mediador con los chicos y les enseña español. Su papel es fundamental en el proceso de adaptación. «Al principio estaban nerviosos» señala, «porque tenían miedo de que los fueran a enviar de vuelta a Senegal y extrañaban los cambios. Pero ahora ya están tranquilos».

El pasado domingo hicieron su primera salida. Una guagua los llevó al estadio de fútbol de Salamanca para ver el partido de liga del equipo local contra el Albacete, y se lo pasaron en grande animando a los de casa, bufandas incluidas. El centro tiene previsto llevarlos a conocer Ávila, Valladolid y Madrid.

Los niños aprenden el idioma con inusitada facilidad. «Les aconsejo siempre que aprendan bien español para poder integrarse», indica Dieng.

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