La Fundación de Morín, una tapadera para captar clientas entre las inmigrantes

ABC, 01-12-2007

DOMINGO PÉREZ

MADRID. Entre las actividades de Carlos Morín destacan las de su Fundación que, sin ningún pudor, reconoce entre sus fines fundacionales: «La gestión de programas operativos y concretos en el ámbito de la planificación de la natalidad, orientación sexual e interrupción voluntaria del embarazo». Sobre esta última cuestión aclara en sus estatutos: «Concertando tal actividad si se estima procedente, con centros públicos o privados…».

Todo apunta a que la realidad de la Fundación es que siempre se estimaba procedente la necesidad de abortar y, puesto que en el sector público apenas sí se producen intervenciones de este tipo (en Cataluña, en 2005, 558 de un total de 18.434), siempre se recurría a las propias clínicas privadas de Morín. Vamos, que la Fundación ejercería en la práctica como un centro de reclutamiento de clientas entre un colectivo muy concreto, el de las mujeres inmigrantes especialmente proclives, por su situación sociolaboral e indefensión, a recurrir a esta práctica. Al respecto, las cifras oficiales indican que el 39,11% de la extranjeras residentes en Cataluña han abortado en alguna ocasión.

Evidentemente, esta entidad ofrecía en sus programas otras actividades, como cursos de catalán, por las que la propia Fundación reconoce haber recibido ayudas oficiales. Sin embargo, de forma recurrente y destacada, siempre aparecía en sus prospectos alguna mención a la que, sin duda, era su actividad prioritaria y más lucrativa: ofertas de interrupciones voluntarias del embarazo.

Su introducción entre el colectivo inmigrante se realizó aprovechando la ascendencia de sus patronos. En concreto, Morín es peruano y una de sus más estrechas colaboradoras, la psicóloga Soraya Fares Agudelo, coordinadora general y secretaria de la Fundación, venezolana. La presencia de la Fundación en medios de comunicación para inmigrantes era intensa. La sede de la Fundación servía al tiempo de uno de los puntos de distribución del periódico «Latino». En este medio, de gran penetración entre la población iberoamericana, cuando se recogía información sobre alguno de los cursos impartidos por Morín, nunca se dejaba de recordar, aunque no viniera al caso, que se facilitaba la posibilidad de abortar.

«Abortos – espectáculo»

La Fundación de Morín se inscribió en el Protectorado del Ministerio de Educación y Ciencia el 21 de febrero de 2003, aunque anteriormente, desde 1998, figuró en la Comunidad Valenciana. Entre sus patronos se encuentran el propio Morín y su esposa, María Luisa Durán. Se dotó a la sociedad con un capital inicial de 9.015,18 euros y, en 2004, presentó una cuentas positivas: unos 160.000 euros de gastos y 182.000 euros de ingresos. Desde entonces, Morín no ha vuelto a presentar las cuentas – incumpliendo la Ley de Fundaciones – , que le han sido requeridas por el Patronato.

Entre sus actuaciones más sonadas, la Fundación organizó el «I Simposio Internacional Multicultural de Salud Reproductiva». La Asociación de Médicos Cristianos de Cataluña interpuso una demanda en el juzgado de guardia porque se ofrecía la posibilidad de participar en un aborto. Según comprobaron, los «abortos – espectáculo» se practicaron el 17 de octubre de 2003 en 30 pacientes embarazadas de hasta tres meses (en las clínicas Ginetec y Emece), en 15 fetos de tres a seis meses (en Ginemedex) y en cinco de más de seis meses (en la propia Fundación).

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