La escena 'underground' baila al ritmo tropical
El Mundo, , 30-11-2007Chirridos y ensalada de ritmos afro – tropicales. La nueva hornada del rock alternativo bucea en los tópicos de la música de raíces para romperlos. Algunos ya lo llaman, entre risas, ‘Africanem país’, que no es otra cosa que empaparse de esos ritmos y buscarles las cosquillas Entre las coctelerías colindantes a la plaza Cataluña, Milano y Negroni, mayormente, y entre ínfulas beodas, se acuñó el término de marras: Africanem país. Aunque podría ser un broma tonta de fin de semana, o una etiqueta más del cambiante panorama musical, el asunto atisba toda una realidad que se traduce en un debut tan excitante como el de El Guincho, Alegranza, o el segundo y definitivo álbum de Nisei, Continents, el único grupo punk nacional que se atreve a cruzar las fronteras de la cacareada multiculturalidad condal enfrentando el hardcore con el reagge de trazo gordo, el dub, o la música etiope. «Aunque en ningún momento nos hemos planeado tocar reagge – aseguran – , porque venimos de otras cosas y no sabríamos cómo hacerlo». Y la realidad es que, sin saber cómo narices sonar jamaicanos, Nisei se las han ingeniado para dar forma a un discurso que parece salido de la Cataluña Galáctica, la de las setas «mágicas» y la espardeña, ya que han empezado a cantar en catalán: «Seguir en inglés era ridículo», dicen, pero pasado por el tamiz de la Jamaica alucinada.Así pues, piensen que si Tomeu Penya aseguró en su momento que él se inventó el reagge y no los popes jamaicanos, imaginen hasta dónde pueden llegar las cavilaciones sobre el ingenio del cuarteto de BCore, el sello del hardcore barcelonés por excelencia.
La vía de escape que han abierto Nisei o El Guincho viene refrendada por las ganas de cambio que desde hace unos meses vienen mostrando otros tantos proyectos locales. Veracruz, por ejemplo, hartos de arrastrar tópicos sobre su supuesta modernidad de paradigma de lo in, se han desmarcado con un clara tendencia hacia el Africanem país, consigna que se puede escuchar a gritos en sus conciertos más acalorados. «A la música étnica aún le quedan por decir muchas cosas en el contexto occidental del pop rock», afirma Adrián de Alfonso, componente de Veracruz, «pero también es verdad que para que se integre bien en él, hay que tener muy buena mano y no dejarse llevar por las formas». Para De Alfonso la clave de todo es dejarse llevar por la imaginación. «En ese aspecto, creo que los que solemos jugar dentro de los parámetros del pop rock occidental – a no ser que hayamos indagado seriamente en todas las maneras posibles de tocar un instrumento o seamos mentes musicales avanzadas – estamos a años luz de los que parten de un lenguaje incrustado a la propia forma de vivir como el que suelen tener los músicos de países menos desarrollados».
La falta de riesgo de la música alternativa actual contrasta con el empuje de las músicas libres del mundo porque significan «frescura y espontaniedad», como señala Israel Marco, del dúo Cuchillo, con disco y gira americana al caer. «La naturalidad de las producciones se nota en las guitarras que suenan a agua y la base rítmica, a tierra, pero sobre todo, en el concepto de canciones largas que es diferente al que tenemos nosotros con temas marcados por el patrón de verso – estribillo». Eviten pensar en potajes místicos. En nigún caso esta trouppe de músicos aboga por ello, sino por un tipo de pop bastardo «que no se consume en tres minutos, que no se sabe bien donde empieza ni dónde acaba, que es como un instante prolongado», afirma el DJ y arqueólogo musical del Africanem país, el sueco afincado en Barcelona, Erik Ilstedt. La lista de grupos locales que piensan con la mente abierta al mundo es larga, y casi todos coinciden con Nisei en afirmar que el ideal en esta tesitura es comprobar como los holandeses The Ex son capaces de «empaparse de otras músicas pero seguir sonando a rock» o, como ya ha hecho la ubicua Björk, ayudada por los congoleños Konono nº1, seguir sonando a pop pisando la percusión africana.
El Guincho redescubre el tropicalismo de baja fidelidad
Gritos y graznidos de loros, mientras Caetano le canta a la garota perdida; exotismo de isla lejana o mitos caídos del Africa negra.Alegranza, el disco debut de El Guincho, tiene todo lo que personifica al Africanem país: la endiablada frescura del punk tropical, del pop de los suburbios de Malí o Senegal, del espíritu independiente de la baja fidelidad. El Guincho, nom de guerre de Pablo Díaz – Reixa, explica porqué puso en marcha un proyecto reducido a la mínima expresión (sólo utiliza sample y tambor), pero elevado a la máxima expresión rítmica. «Empezó sonando en mi cabeza una música que no podía hacer con mi otro proyecto, Coconot, y la mayoría de patrones rítmicos son desechos que no he podido utilizar con el grupo».
Admirador irredento del movimiento tropicalista, Díaz – Reixa lleva el mismo concepto de antaño, convertir la bossa nova brasileña en un sonido sin prejuicios, al extremo de la música para bailar, no de baile. «Lo que me gusta es que la gente del tropicalismo prefirieron ser creativos antes que polémicos y decidieron abrir su espacio musical a cualquier influencia externa. Eso es lo mismo que yo siento con Coconot o con El Guincho». Y añade: «No sé si hago pop, rock, house, indie, o hardcore, a veces pienso que soy el chico que se graba en su habitación y desafinando Stand by me para colgarlo en You Tube y que su novia y su madre lo disfruten». Alegranza reúne todo un marasmo de inquietudes sonoras para divertir, para subvertir los tópicos de lo étnico.«Para mí, música étnica es casi todo porque soy canario, y en mi casa la música latinoamericana o africana estaba más cercana que el pop – rock alternativo anglosajón».
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