El Papa exhorta a los inmigrantes jóvenes a evitar la violencia y a respetar las leyes
ABC, 29-11-2007JUAN VICENTE BOO CORRESPONSAL
ROMA. Ante el aumento de casos de violencia y vandalismo en los países desarrollados, Benedicto XVI invitó ayer a los inmigrantes jóvenes a «cumplir con seriedad los deberes respecto al Estado. Respetad las leyes y no os dejéis llevar jamás por el odio o la violencia». El cardenal Raffaele Martino, que presentó el mensaje del Papa, remachó que «es esencial practicar la reciprocidad: si nosotros respetamos la cultura de los inmigrantes, ellos deben respetar las leyes del país que les acoge».
Benedicto XVI sale al paso de numerosas patologías personales y sociales fruto de la falta de integración en las sociedades de acogida, y propone como solución un «interculturalismo» enriquecedor, en lugar del «multiculturalismo» que mantiene compartimentos estancos. Según el cardenal Martino, «integración no significa asimilación o uniformización. Se respeta la cultura de origen pero se pide integrarse en la de acogida». El «interculturalismo» es compartir y apreciar varias culturas de modo sereno.
Clima común de respeto
Refiriéndose a los casos de éxodo masivo, Benedicto XVI denuncia que «es imposible callar ante las imágenes desgarradoras de los grandes campos de prófugos y de refugiados», mientras que respecto a la inmigración económica lamenta que «los países de origen pierden lo mejor de su juventud» y los de acogida «mantienen normativas que hacen difícil la integración». El Papa afirma que los sistemas escolares «deben prever programas específicos de integración adaptados a los jóvenes inmigrantes. Es importante crear en las aulas un clima de respeto recíproco entre todos los alumnos, sobre la base de los principios y valores universales, comunes a todas las culturas».
El mensaje del Santo Padre aborda todos los aspectos del problema de la inmigración – objeto de debates acalorados en Europa y Estados Unidos – , empezando por denunciar la explotación que muchas veces practican sus propios compatriotas. Benedicto XVI se refirió específicamente a «muchachos y muchachas que terminan por las calles, presas de explotadores sin escrúpulos que los transforman en objeto de violencia física, moral y sexual».
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