AUNQUE sea poco frecuente, en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, a veces, la oposición, o parte de ella, coincide con el grupo de gobierno. Así ha ocurrido con la propuesta de dirigirse al presidente francés, Nicolas Sarkozy, para que medie en la solución del problema que supone la continua salida de cayucos desde los países del África Occidental hacia Canarias. En un artículo sincero, el concejal del Grupo Mixto Ángel Isidro Guimerá decía el pasado domingo que la idea tiene su fundamento, otra cosa es el eco que obtenga en el palacio del Elíseo francés. Porque, visto que el Gobierno español se demuestra incapaz de parar el flujo continuo de embarcaciones cargadas de africanos; teniendo en cuenta la influencia que conserva Francia sobre sus ex colonias, y comprobados con el asunto de Chad los métodos expeditivos que monsieur Sarkozy utiliza para resolver sus asuntos nacionales, no es ninguna tontería la idea de apelar a su mediación.

Por cierto, ya que hablamos de inmigración, habría que recordar que éste es un fenómeno que se desarrolla de forma ordenada, legal, controlada. Lo que está viviendo Canarias es otra cosa que se parece más a una avalancha incontrolada o a una invasión silenciosa, que algún día se dejará notar en nuestra idiosincrasia y vida cotidiana. En este sentido, los últimos Gobiernos nacionales, tanto los que llamaban de la “derechona” como habría que decir, entonces de la “izquierdona”, han dejado hacer y pasar; han permitido que aquí llegara quien quisiera y trocara nuestras costumbres y hasta nuestras romerías, donde ya se mezclan las fiestas extranjeras. Parece que existe todavía el derecho de pernada. Y, para colmo, hay que soportar las maneras de virrey de Canaria, una isla menor, pero fortificada por el Gobierno central. Tenerife, La Palma, La Gomera, Fuerteventura, Lanzarote y El Hierro tienen que reaccionar, acabar con la hegemonía de Las Palmas. Y, llegados a este punto, nos hacemos una reflexión: ¿se nos está dando más de lo mismo? ¿Estaremos asistiendo a un nuevo capítulo de los mimos a esa isla, mientras su prensa gratuita nos ensucia y nos invade todos los días otra gravísima invasión, para atacar a Tenerife de una manera subliminal?

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Menos mal que un consejero del PSC aunque por motivos distintos a los que defendemos aquí lo ha dicho claro: Televisión Canaria debería cerrarse ahora, porque su contenido es “hortera, ramplón y pobre”. Y desde aquí añadimos que esa televisión se la regaló Tenerife a Las Palmas a través de Manuel Hermoso y sus sucesores en la Presidencia de Canarias, más una universidad famosísima, mundialmente conocida. Aparte de las enormes infraestructuras que les construyeron CC y su ínclito consejero Antonio Castro, que hoy tenemos gozosamente en la Presidencia del Parlamento. Ahora tienen allí esos espléndidos regalos más todo lo que han rapiñado a Tenerife. Nosotros nos quedamos con la gran alegría de contar con una avenida en Santa Cruz que se llama Manuel Hermoso Rojas. Cornudos y apaleados.