Juventud latinoamericana e integración

La Vanguardia, , 27-11-2007

L0S Mossos d´Esquadra han observado un incremento progresivo de agresiones y conflictos entre los grupos más violentos de la comunidad latina en Barcelona. El número de servicios de patrullas por peleas o alborotos entre jóvenes de origen latinoamericano está aumentando exponencialmente en algunas zonas de la ciudad, como Les Corts y Sants-Montjuïc. Ello es un hecho preocupante que exige una mayor atención no sólo de la policía, sino del resto de las autoridades, de los centros educativos y de las diversas instituciones sociales.

Hasta ahora en Catalunya se ha desarrollado una actuación eficaz para prevenir la violencia derivada de las bandas de jóvenes latinoamericanos que empiezan a surgir entre nosotros, a imagen de las que existen en sus respectivos países. En este sentido, se han llevado a cabo iniciativas pioneras en el país para transformar algunos de esos grupos en organizaciones y asociaciones con actividades diversas que permitan su integración social. Así sucedió con los llamados latin kings, y la experiencia puede ampliarse a otros grupos, incluso a los más violentos.

El problema de fondo es luchar contra la inadaptación de algunos jóvenes latinoamericanos que viven en Catalunya, facilitar su integración y promover entre ellos unos valores que les hagan olvidar la ley de la calle y las organizaciones que – como si fueran franquicias- han importado de sus países. Los niveles de desempleo y de desamparo social de esos jóvenes en sus lugares de origen son tan elevados que los llevan a asociarse en grupos que, finalmente, hacen de la violencia uno de sus ejes de actuación.

Afortunadamente, nada indica que grupos de jóvenes latinoamericanos hayan dado el salto al delito como forma de vida, que extorsionen a comerciantes a cambio de supuesta protección, que se dediquen al tráfico de drogas de forma organizada o que utilicen armas de fuego, como hacen muchas de las bandas en sus países de origen. Hasta ahora, aquí, su actuación se ha limitado a algunas reyertas, que se han producido entre las propias pandillas, alguna con balance trágico, para demostrar su hegemonía en zonas y lugares concretos, igual que sucede con grupos autóctonos.

La tarea de transformar los valores y códigos de actuación de esos jóvenes latinoamericanos que forman parte de las diversas pandillas o bandas es difícil y requiere medios adecuados de prevención social y de educadores de calle, además de la mera actuación policial y judicial. Muchos de esos jóvenes han llegado aquí casi de golpe, de la mano de sus padres, y se encuentran sin trabajo o con graves problemas de adaptación escolar. Su número puede crecer mucho en poco tiempo, además, a raíz del proceso de reagrupación familiar que se encuentra en marcha .

La clave está en hacer entender a esos jóvenes que están en un país diferente y en una sociedad que les puede facilitar su progreso personal y social, educativo y laboral, respetando las normas de convivencia y siguiendo las pautas establecidas. Hay iniciativas, como hemos dicho, que demuestran que ello es posible.

La integración de la juventud latinoamericana más conflictiva es, pues, otro reto derivado de la inmigración que tiene la sociedad catalana. De la capacidad de afrontarla a tiempo, con los medios adecuados, depende la futura convivencia pacífica y civilizada en muchos de nuestros barrios, colegios y lugares de ocio.

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