Las personas sin hogar viven 20 años menos que el resto de la población española, que ya ronda los 75 en los hombres y los 81 en las mujeres . “Su esperanza de vida apenas llega a los 55-56”, aclara Antonio Rodríguez desde la sección hispana de Feantsa, la Federación Europea de Organizaciones Nacionales que trabajan con los sintecho.

Para ese colectivo de al menos 300.000 personas (30.000 sin hogar y 273.000 que malviven en chabolas y asentamientos), el derecho a la salud es tan esquivo como el de la vivienda. Hoy es el Día de los Sintecho.

El retrato ha cambiado radicalmente, y el viejo estereotipo del vagabundo sólo vale para el 10-15%. En cambio, hay ya un 15% de mujeres , 25% de jóvenes y 60% de inmigrantes , y se difuminan mitos como el bajo nivel educativo (los sintecho con estudios secundarios han pasado del 12% al 30% en una década) o el alcoholismo: el 57,5% reconoce algún tipo de consumo, pero el 41% no bebe.

En materia de drogas, el colectivo acentúa las tendencias de la sociedad española: según datos recopilados por Cáritas, el 41,5% las ha consumido alguna vez, y en ese grupo destacan la marihuana (48,5%) y la cocaína (19,4%), muy por delante de la heroína (5,8%) y otras sustancias (4,1%). Además, el 70% fuma (20 cigarrillos de media diaria), lo que puede agravar su discriminación en un momento en el que el tabaco empieza a perfilarse como un posible “elemento de estigmatización social”. Pero el peor enemigo de las personas sin hogar siguen siendo los tópicos antiguos, desde la imagen del viejo desaliñado y borracho hasta la idea del “gusto” por dormir al raso.