En el verano de 2005, miles de inmigrantes marroquíes y subsaharianos intentaron cruzar a territorio español saltando la valla de Melilla. «Me impresionaron mucho aquellas imágenes de personas heridas y detenidas, trasladas con las manos esposadas en autobuses a no se sabe dónde», recuerda la escritora bilbaína Amaia Fernández (1970). «Pero más me impresionó saber que aquella gente, antes de intentar el salto, se tiraba meses viviendo en campamentos al otro lado de la valla», continúa. De su sorpresa y del intento de ponerse en el lugar del otro nació ‘Amarás a tu prójimo’, una obra de teatro que ganó el premio María Teresa León para autoras dramáticas el año pasado y que acaba de ser publicada.

En ‘Amarás a tu prójimo’, en un lugar y un tiempo indeterminados, los campamentos en los que los emigrantes esperan a que mejore su suerte están llenos de españoles, ingleses o alemanes. «Quién sabe, ya una vez tuvimos que emigrar, por qué no otra. La emigración es un tema universal y seguirá siéndolo», dice Fernández. Entre pabellones y tiendas, hambre y sed, robos y violencia, tres personajes nos enseñan otro tema universal: «Hasta qué punto de bajeza moral podemos llegar en una situación así, qué seríamos capaces de hacer por seguir», explica. El resultado es una obra «en la que no hay ninguno bueno».

La pena es que, de momento y como ya le ocurriera a su pieza ‘Turno de oficio’ – mención especial del jurado en el mismo premio en 2004 – , no hay planes de llevar a escena ‘Amarás a tu prójimo’. «Que te lo publiquen está muy bien, pero el teatro es para verlo, no para leerlo», asume la autora. «Y yo cuando lo escribo lo imagino, pienso en actores, en escenario». Para esta pieza, «algo muy sencillo, con sólo tres personas. Nada complicado». Pero la dramaturga asume que «se arriesga poco y se programan obras de entretenimiento, comerciales, o de autores de prestigio».

Formada como actriz, Amaia Fernández afirma que esa etapa «no está cerrada, pero sí latente. Yo ahora me dedico a escribir porque escribiendo vendes tus palabras y actuando, tu cuerpo, toda tú», describe. «Ser actriz no va con todos los caracteres, y ahora el mío se siente más a gusto en la intimidad de la escritura».