A PROPÓSITO
Suerte
El Correo, 20-11-2007Ya la suerte no la pintan calva en las campañas de publicidad de la Lotería de Navidad. Al decir del eslogan elegido cara el 22 de diciembre todos, sin excepción, tenemos derecho ahora a entrar girando para darle la vuelta a la fortuna entre las bolas numeradas del bombo, redondo y rodante, símil del planeta en el que vivimos con un sinfín de probabilidades de no ser afortunados. «La suerte es de todos. Toma parte» proclama el nuevo anuncio del próximo sorteo que incide este año en la participación de los inmigrantes como «reflejo de una sociedad plural y participativa». Todos, junto a los que llegan en pateras o en cayucos y han tenido al menos la suerte de no morir en el intento; los que arriban a la tierra de promisión por tierra, por aire, sin papeles, sin saber la suerte que les espera, endeudados hasta el cogote para pagarse el viaje, tienen al alcance ese billete o participación que puede cambiar su sino, su sombra, su destino, de golpe, con un golpe de suerte, esa ‘sonrisa de lo desconocido’ que cuando se reparte y le cae a muchos se desborda en champán y carcajadas incontenibles pero si el afortunado es uno solo, generalmente no llegamos nunca a conocerle porque huye y esconde su buena estrella.
«La suerte no se puede almacenar» decía la hermosa y desventurada actriz Romy Schneider. Pronostican que se ralentizará estas fiestas navideñas el girar de la puertas de los almacenes puesto que el encarecimiento del coste de la vida hará que mengüe la compra de regalos sin embargo se prevé que no deje de aumentar la venta de décimos, de números mágicos soñados una noche, de cifras elegidas al tun tun o que se juegan de siempre, o según un pálpito, o conforme a la fe en el azar del orden de unos dígitos. Es la hora de los brujos y videntes. Y hablando de magos, cuestión de brujería o suerte parece también la trayectoria del éxito de Harry Potter. J.K. Rowling entró un día en la biblioteca de Edimburgo para consultar una lista de agentes literario. Eligió entonces a un tal Chistopher Litle porque su nombre le evocaba un personaje de libro para niños. Autora y agente no tenían un penique. Hoy ambos almacenan millones.
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