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Plan sin apoyo.

El gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, confirmó que dio marcha atrás en su plan de otorgar licencias de conducir a inmigrantes indocumentados, pero denunció que el gobierno federal ha perdido el control de las fronteras y obligaba a los gobiernos regionales a cargar con las consecuencias.

“He llegado a la conclusión de que el estado de Nueva York no puede por sí solo efectivamente, hacerse cargo de este problema”, señaló Spitzer tras reunirse con legisladores de su estado en Washington. Admitió que la abrumadora oposición a su iniciativa la llevó al fracaso.

El plan fue presentado como una manera de mejorar la seguridad local, evitar accidentes viales y hacer que los inmigrantes indocumentados pudiesen   salir de la penumbra.

Los opositores, sin embargo, denunciaron que las licencias de manejar darían a un potencial terrorista un documento válido y que, por lo tanto, amenazaban la seguridad nacional. Alrededor del 70% de los neoyorquinos entrevistados en una encuesta del Colegio Siena se opuso al plan.

El mes pasado, Spitzer intentó salvar el plan tras llegar a un acuerdo con el Departamento de Seguridad Interior, a fin de crear tres tipos distintos de licencias de conducir en Nueva York: una mejorada, que sería tan segura como un pasaporte; otra que podría utilizarse para abordar aviones y la tercera marcada no válida para propósitos federales que estaría a disposición de indocumentados y de otras personas.