Un armador portugués abandona a su suerte a nueve marineros en Vigo
Los pescadores dicen que fueron enrolados con el pretexto de que se les haría un contrato «a la europea». Seis tripulantes africanos retienen el barco en el puerto para que les abonen los salarios
La Voz de Galicia, , 15-11-2007Seis marineros africanos retienen en el puerto de Vigo el buque palangrero de capital portugués Bravo Aveiro para forzar a su propietario a que les pague los salarios adeudados, unos 800 euros mensuales desde el mes de agosto pasado. Los tripulantes han sido abandonados a su suerte por la casa armadora, la empresa Fairline LDA, con sede en el polígono industrial de Olhao, horas después de que la nave descargase 22 toneladas de pez espada el día 2 de este mes en un muelle privado de Vigo, en el que coincidió el también palangrero, pero gallego, Tiburón Tercero , tristemente famoso por haber recogido del mar a 300 millas de la costa de Senegal a siete inmigrantes muertos y a un superviviente en una patera que podría haber zarpado de la costa africana con cerca de 60 personas.
Los nueve pescadores del palangrero luso ya que aparte de los seis africanos hay otros tres indonesios que sí disponen de contrato y perciben sueldo no disponen de víveres, ni de documentación, ni de permisos.
Al parecer, según relataron ayer en el Puerto de Vigo, zarparon desde Sudáfrica el pasado mes de mayo, con la única autorización del patrón de la nave y con el sello de la compañía, pero sin la autorización de la Capitanía Marítima del país africano. Su destino era Namibia, pero a mitad de camino variaron el rumbo hacia las costas de Senegal, donde finalmente tampoco recalaron más que para repostar gasoil y víveres.
Según relataron, el periplo acabó con el inicio de las faenas de pesca en aguas comunitarias, en una zona indeterminada situada frente a las costas de Portugal y España, lo que abre dudas sobre la legalidad del pescado que transportaban en las bodegas y descargaron en Vigo.
Después de meses sin cobrar y promesas incumplidas sobre su situación laboral, el armador del buque palangrero de bandera lusa Bravo Aveiro acabó por convertir el sino de los nueve tripulantes del pesquero (dos caboverdianos, cuatro mozambiqueños y otros tres indonesios) en un auténtico infierno. Han llegado, por tanto, adonde querían, pero no de la forma en que deseaban ni en la que les habían prometido.
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