"Es de esperar que todo el énfasis que se pueda poner en el desalojo se ponga también en la búsqueda de soluciones alternativas"
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 10-11-2007donostia. “El tema es muy complejo”, reconocía ayer José Ramón Treviño, párroco de Martutene. “Lo que sí es de esperar – matizaba – es que tanto énfasis como se pueda poner en el desalojo, se ponga luego en la búsqueda de soluciones alternativas, porque se trata de personas”.
Su primer pensamiento en este asunto lo ocupan los propios ciudadanos rumanos que habitan el antiguo instituto de Formación Profesional, e instaba por ello a las instituciones a arbitrar medidas.
“En primer lugar, pienso en ellos mismos, en las personas alojadas ahí. A ninguno de nosotros nos gustaría tener un hábitat tan poco recomendable. Una casa grande en desuso, sin agua, ni luz, que no reúne condiciones de habitabilidad… Eso cualquiera puede entenderlo. Además, está el hacinamiento que se produce, y que da lugar a una situación muy insalubre que puede generar un foco de infección grande. Y, si encima es verdad que existen niños de por medio, el problema se agrava doblemente”, comentaba.
Bajo su punto de vista, el edificio está “hasta cierto punto” alejado de lo que es el casco de Martutene. Por ello, a la larga, si la actual situación se mantiene, “generaría un problema grande” en el entorno por cuestiones como la acumulación de residuos.
Treviño reconocía, pese a todo, la dificultad para encontrar un remedio. “El asunto es muy complejo. Está el tema de la inmigración, de un colectivo concreto… Yo siempre he defendido la acogida y el compartir los bienes que tenemos de la mejor manera posible. Cuando hay familias y con niños pequeñitos, creo que es obligación de la propia Diputación el velar por la seguridad de los menores. Pienso que eso está más que establecido por ley”, opinaba.
arraigo Se refería, por tanto, a soluciones como los pisos de acogida, pero también a otras más relacionadas con el trato directo. “En el fondo ya sabemos que se trata de un colectivo específico, pero hay que tratar de tender puentes para que ellos mismos encuentren arraigo, en condiciones de convivencia normalizada. Para las soluciones técnicas concretas hacen falta recursos. Toda esta gente necesitará escuelas, y los mayores un puesto de empleo, etcétera”, señalaba.
A ese respecto, abogaba por lograr que estas personas puedan beneficiarse de los recursos existentes. “Hasta el momento se ha observado cierta dificultad para mantener contacto, relación. Pero pienso que podrían beneficiarse de los recursos, de los procesos de inserción que hay en marcha, tanto en entidades públicas como privadas, para favorecer un poco ese arraigo y que puedan integrarse en la sociedad. Por tanto, aunque en principio sí hay ciertos obstáculos, también hay personas y colectivos que trabajan en la intermediación. Y creo que hay que explorar todos los caminos. Es importante tener capacidad de acceso y tratar de trabajar juntos”.
Treviño, por último, aseguraba que las decenas de personas que habitan en este instituto apenas se dejan ver habitualmente en el propio casco urbano de Martutene. “Son personas itinerantes que se desplazan con el tren y van a los núcleos de población importantes. Generalmente, lo que es en el casco urbano del barrio de Martutene no están muy presentes. Utilizan el colegio para residir allí, sobre todo por la noche, y el resto del tiempo están fundamentalmente en Donostia”, concluía.
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