1.- El Gobierno de Italia ha aprobado un decreto que permitirá la expulsión inmediata de los extranjeros “potencialmente peligrosos”. Es la primera medida sensata que toma un país europeo agobiado por la inmigración ilegal, después del asesinato brutal, tras ser violada, de un ama de casa y madre de familia de 49 años. Se miente cuando se dice que en España la inmigración incontrolada (yo diría que caótica) no ha disparado los índices de delincuencia. Existe una relación no directa sino directísima entre este aluvión y el aumento y el protagonismo de los delitos. No hace falta acudir siquiera a las tranquilizadoras y sospechosas memorias de la Fiscalía: lean las noticias de la prensa diaria, hagan ustedes su propia estadística. Verán qué resultados más sorprendentes obtienen.

2.- Los que se denominan progresistas en un país de locos como es el nuestro se escandalizan cuando un periodista dice cosas como las que digo yo. Esa estupidez que se denomina “lo políticamente correcto” nos ha empequeñecido los cerebros. Los autollamados progres y demás mentecatos deberían analizar la acción violenta de individuos procedentes del Este; ni siquiera en Canarias nos hemos librado de la agresión de las bandas de kosovares que vienen, delinquen y se van. ¿Cuántos sucesos sin aclarar, cuántos delitos impunes? ¿Hasta cuándo va a aguantar Madrid, que se ha convertido en una ciudad rotundamente peligrosa? ¿Realmente creen que estoy exagerando o han sido ustedes también víctimas de las bandas de rumanos que te arrebatan el móvil cuando estás hablando a través de él, que meten la mano en los bolsos de las transeúntes, que entran a robar en los probadores de las tiendas? ¿Causo, acaso, alarma con mis palabras? ¿Me van a procesar por xenófobo? Pidan las estadísticas a la Policía de Madrid sobre obtención del DNI tras el robo de bolsos.

3.- Italia coge el toro por los cuernos, luego de muchos años de zozobra y de avalancha inmigratoria incontrolada. Pero aquí los gobiernos de la derecha y de la izquierda no han sabido cortar a tiempo el desastre; uno, por tímido; el otro por caradura e irresponsable, permitiendo, incluso, que se produjera el efecto llamada. Mi opinión personal es que con los gobernantes que vemos en el horizonte electoral, España no tiene remedio. Unos por lelos, otros por idiotas y otros por sectarios impresentables. Estoy harto de vivir en este país, pero realmente no sé dónde ir. En cierta manera me considero también un apátrida, al menos un apátrida intelectual.

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