Pobre chico del tren
Diario Vasco, , 04-11-2007Sale en todos los programas, hablan de él infinidad de ‘expertos’ tertulianos con el máster de periodismo debajo del brazo, (¿En qué tómbola los regalarán?). Todos le ponen a parir; pobre chaval, si ha actuado como lo hace la mayoría de la gente… Me estoy refiriendo al chico inmigrante que observó con total pasividad toda la agresión a la chica ecuatoriana.
Este país se divide en dos tipos de personas: los que dan consejos a los demás y todo el día dicen: «yo hubiese hecho esto… o lo otro…», y los que actúan sin más en una décima de segundo. Quisiera ver a esos cantamañanas de la tele que hubieran hecho ellos: ¿Intervendrían parándole los pies al niñato nazi? ¿O se quedarían quietos, paralizados por el miedo para no arriesgarse a recibir candela? No lo saben ni ellos. Hay que estar en la piel del chaval y en el mismo instante de la agresión, hasta ese momento, no sabes como vas a reaccionar. Por lo tanto… que no cuenten milongas. Es muy fácil hablar y analizar una situación desde un cómodo sillón en el plató de televisión.
Además, gracias a ese pobre chaval testigo de todo, hoy podemos hablar de ello. De no haber sido por él, la víctima lo más seguro se hubiera ido a casa sin más, (aunque no sé qué hubiese sido mejor, después de ver todo este revuelo); el chaval le dijo que había cámara de video y estaba todo grabado. Si no fuese por él, esa grabación se machacaría con otra grabación de otro día, y otra… y otra… Porque el vigilante de turno no creo que tenga 50 ojos para ver todos los monitores a la vez, y menos cuando dan un programa interesante en la radio.
Lo más triste de todo es que esto ocurre todos los días en cualquier lugar, pero sin cámaras de video – vigilancia cerca. Y en vez de ser solo un agresor, son una banda de cabezas rapadas (se rapan hasta llegar al hipotálamo, si es que lo tienen…). Y ahí nadie hace nada, nadie se mete a separar, nadie se juega el pellejo. Con lo fácil que resultaría acabar con esta lacra (porque se distinguen enseguida). Pero en fin… estamos condenados a repetir nuestra historia.
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