LA VIOLENCIA EN LA SOCIEDAD
¿Llamarla ´zorra inmigrante´ es sólo racismo?
La Vanguardia, , 30-10-2007Maricel Chavarría
El caso de la niña ecuatoriana evidencia que las agresiones a mujeres por razón de sexo son poco visibles
La menor ecuatoriana que sufrió agresiones, vejaciones e insultos en los Ferrocarrils de la Generalitat ha declarado que el autor de los hechos la llamó zorra e inmigrante de mierda.Es por ello que, en la causa contra el agresor, al delito contra la integridad moral que se le imputa se le aplicará el agravante de racismo. Las imágenes de la “deleznable” actuación – como la calificó Zapatero- en las que ese usuario del metro abofetea, insulta, patea y pellizca en el pecho a la menor han sido rebotadas por medios de comunicación de todo el mundo. El Congreso de Ecuador condenó el hecho refiriéndose al “trato inhumano contra los inmigrantes ”. Pero la gravedad del factor racista como móvil de la agresión parece haber ocultado otra motivación no menos preocupante: la del sexismo.
A nadie puede extrañar que una niña distinga antes el componente racista de ese ataque que el sexista. Tampoco deja de tener su lógica que desde el Congreso de Ecuador se considere el racismo la causa primera de esos intolerables hechos. Pero la agresión ha tenido lugar en una sociedad que cuenta ya con una Ley Integral de Violencia de Género, más otra de Igualdad. ¿Ha pasado inadvertido el hecho de que además de dirigirse a la niña tildándola de inmigrante de mierda el agresor la califica de zorra?¿Implica lo mismo un pellizco en una teta que una patada? ¿Por qué en el amplio abanico de opiniones que ha sucedido a la agresión se ha puesto tanto el acento en el racismo y tan poco en el desprecio de sexo?
La evidencia de que no se contempla con igual gravedad la ofensa racista que el abuso sexista aparece también cuando se recaba la opinión de juristas. Si nos ceñimos a la legislación, vienen a decir, no puede entenderse que dar un pellizco en un pecho constituya abuso sexual. Para la abogada María José Varela, el toqueteo no constituye ahí, ciertamente, simple abuso sexual, sino agresión sexual, pues según la grabación se perpetró con violencia. El juez de instrucción no ha considerado, en cambio, que los componentes sexistas fueran suficientes para alcanzar niveles penales.
El caso de la niña ecuatoriana, que a juzgar por su trascendencia habrá sido estudiado muy a conciencia por los juristas, pone de manifiesto una realidad que no nos era ajena: que las agresiones a las mujeres siguen siendo invisibles y que la formación sobre los jueces que contempla la ley de violencia de género es urgente. “Los jueces no ven, no oyen, no sienten”, dice Varela. “Valoran la prueba de forma distinta cuando el tema afecta a mujeres . Y esa es una conclusión del último congreso estatal de mujeres abogadas”.
La filósofa y feminista, Amelia Valcárcel, miembro del Consejo de Estado, reflexionaba sobre este caso para La Vanguardia:“Hablamos de que existe violencia de género cuando se produce en el seno de la pareja o personas que han sido pareja, y es evidente que la violencia contra las mujeres abarca más que eso. Obsérvense si no esas imágenes: se trata de violencia contra quien no puede defenderse, con evidente sevicia y con reiteración. ¿Qué más se necesita? Alguien tiene manifiesto desprecio de sexo”. Los casos, asegura Valcárcel, son los que enseñan cuándo hay desencaje normativo. El de esta adolescente prueba que hay que unificar parámetros. Y no arrugarse ante las salas que dudan y absuelven.