Francia radicaliza la inmigración a la carta

El Mundo, RUBEN AMON. Corresponsal, 30-10-2007

El programa de permisos de empleo ideado por Sarkozy beneficia a los vecinos de la UE y ahuyenta a los trabajadores no comunitarios La «inmigración a la carta» del presidente Sarkozy no es un recurso metafórico, sino un programa de cuotas polémico y tangible al que ha tenido acceso el diario Libération. El beligerante rotativo francés publicaba ayer con detalle los criterios específicos de selección que van a arbitrarse en Francia para ahuyentar a los extranjeros no comunitarios, beneficiar a los empleados comunitarios y conseguir, en fin, que uno de cada dos inmigrantes trabajen, en lugar del 7% actual.


El proyecto se desarrolla administrativamente como si el Estado fuera una especie de oficina de empleo. Al menos, Libération desglosaba ayer dos listados oficiales donde aparecen los trabajos más demandados en Francia y donde constan los criterios de selección elementales para acceder a ellos.


La sorpresa proviene del modo en que se dificulta el acceso de los inmigrantes magrebíes, subsaharianos, latinoamericanos y asiáticos. Todos ellos pueden realizar la correspondiente demanda de permiso de trabajo, pero el filtro administrativo les rechaza masivamente porque los requisitos de admisión les exigen una notable cualificación profesional: técnicos industriales, geómetras, informáticos, jefes de obras, experto en seguros.


En cambio, los ciudadanos de los países recién incorporados a la UE y los comunitarios en general forman parte de la plantilla de reclutamiento asociada a la mano de obra menos cualificada: obreros de la construcción, camareros, limpiacristales y empleados del hogar, pinches de cocina…


La paradoja es llamativa porque el perfil de los trabajadores es exactamente el contrario al que plantea la realidad laboral. Hay pocos diplomados y licenciados entre los inmigrantes no comunitarios, mientras que sí proliferan entre los vecinos de la UE y sus fronteras.


Y es que el objetivo consiste precisamente en disuadir la mano de obra magrebí y subsahariana; una manera sutil de establecer cuotas de extranjería y de ahuyentar el problema del reagrupamiento familiar.


El Gobierno francés sostenía ayer que se trata de un proyecto en fase de estudio, aunque las informaciones de Libération son demasiado concretas como para considerarlas un mero boceto. De hecho, el diario parisino manejaba datos frescos del Ministerio de Economía y reproducía la relación de profesiones demandadas. Son mucho más abundantes (152) las que conciernen al perfil de los trabajadores comunitarios, mientras que las relativas a los no comunitarios apenas redondean la cifra de 30.


Semejante esquema ha irritado de igual modo a los socialistas y a los sindicatos. En ambos casos, porque se considera vulnerada la igualdad de oportunidades, discriminada la situación de los extranjeros no comunitarios y potenciada una especie de visión de la extranjería «blanca y europea».


No es la única estrategia novedosa que va a poner en marcha el Gobierno de Sarkozy. Brice Hortefeux, titular de la cartera de Inmigración e Identidad Nacional, tiene en marcha un proyecto de cuotas geográficas, dando a entender que la mano de obra de algunos países es buena para ciertos trabajos y mala para otros. Los congoleños, no más de 150 por año, serán los primeros en medir su capacidad como obreros de la construcción, de acuerdo con un programa en fase experimental.

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