Un estudio de Intermón concluye que erradicar la pobreza implica flexibilizar las fronteras

El imparable efecto salida

La Vanguardia, MARICEL CHAVARRÍA, 23-10-2007

Nos estamos haciendo las preguntas equivocadas: ¿queremos o no inmigración? ¿cómo hay que impedir que lleguen? Este es un falso debate: inmigración la hay y probablemente aumentará. Hay que huir del simplismo y dejar de gastar fortunas en políticas de seguridad y cierre de fronteras que se demuestran inútiles", afirmó ayer Arian Arpa, directora de Intermón Oxfam (IO). El informe Puertas al mar. Por qué todos deberíamos estar interesados en una política migratoria más justa e inteligente quiere despejar prejuicios y contemplar ya los beneficios mutuos de la inmigración: tanto por lo que respecta a los derechos del inmigrado a una vida digna como al desarrollo de países de origen y de acogida.

“No hablamos de abrir fronteras de forma indiscriminada ni de papeles para todos. Se trata de gestionar la inmigración desde la perspectiva del respeto a los derechos humanos. La gente emigra porque sabe que hay empresarios dispuestos a contratarlos, pero la bolsa de trabajo irregular genera pobreza, exclusión y tensiones sociales. Necesitamos menos vallas y más inspectores de trabajo”, añade Arpa.

El estudio de IO, realizado en Senegal y Mauritania, indica que flexibilizar las fronteras daría entrada a los 400.000 inmigrantes anuales que precisa España para mantener su ritmo de crecimiento económico – en lugar de a los 210.000 trabajadores regulares que entran ahora-. Además, facilitaría el regreso a casa, es decir, una inmigración temporal – la de toda la vida, la que se practicaba desde Marruecos en temporada de cosecha antes de que se empezara a exigir visado-, en lugar de obligar al inmigrado a aferrarse al Norte ante el riesgo de no poder entrar más.

Los cinco países industrializados más protegidos gastan 17.000 millones de dólares en prevenir la inmigración. En este sentido, “sólo la tercera valla de Melilla – apunta Arpa- cuesta lo mismo que tratar de malaria a 11 millones de niños africanos”. Otrosí: el movimiento de remesas generaría mucha más riqueza en el Sur si se redujeran a la mitad los costes de envío, que se sitúan en un 6,23% de promedio. No en vano las remesas son, tras la inversión extranjera directa, la segunda fuente de financiación externa para los países pobres. El beneficio de esa reducción equivaldría a la ayuda bilateral española a 42 países de África subsahariana, según IO. Otro gasto extra de la inmigración son los puntos de más que pagan por una hipoteca – entre un 3% y un 5% más que los naciones- y que resta 1.500 millones de euros anuales a los países del Sur.

“Desde IO no creemos en el efecto llamada, sino en el efecto expulsión. Y este no es un discurso de iluminados ni buenistas – prosigue Arpa-: coincide con las conclusiones de la comisión de la ONU sobre inmigración. Si queremos ordenarla no sólo hay que regular lo que pasa en nuestras fronteras, sino tener políticas de desarrollo y lucha contra la pobreza coherentes, que eviten que emigren”. Arpa cita ahí la que considera una línea dura de negociación de España en los acuerdos de partenariado económico entre la UE y los países de Africa, Caribe y Pacífico, “que supondría dejar en el paro el año que viene a 400.000 kenianos”, dice. Y un último apunte: la tarjeta azul para trabajadores cualificados que propone la UE supone un riesgo de fuga de cerebros, alerta.

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