AQUI / NO HAY PLAYA

Un poblado al margen de la Ley

El Mundo, Jaiver Lorenzo, 20-10-2007

Nuestra particular franja de Gaza es Cañada Real, el poblado marginal más grande de toda España. Un lugar inhóspito en el que viven españoles desde hace más de tres décadas, a pesar de que la corriente migratoria los haya solapado en los últimos años. Un enclave que existe literalmente al margen de la Ley. Un ejemplo de lo que jamás debe hacerse, ni permitirse, con la inmigración más desfavorecida. «La solución no es sencilla», apunta el peatón, al tiempo que da muestras de su repulsa por los actos de violencia del jueves. «El hecho irrefutable es que ahí viven 40.000 personas y que no se las puede borrar de un plumazo. Por muy ilegal que sea su situación, y aunque definitivamente se les expulse de ese lugar».


Le he escuchado respetuosamente. He entendido su perenne celo hacia la salvaguarda de los derechos humanos. He admitido la hipocresía y el racismo de esta sociedad. Y sin embargo, en este caso no puedo estar más en desacuerdo y así se lo he dicho. No le ha sorprendido pues igual que yo advierto cierta razón en sus argumentos, él sabe que los míos no estarán faltos de base. Porque, al margen de que ese poblamiento no esté en regla, al margen de que pirateen los servicios públicos impunemente, hay muchas otras razones para sostener que Cañada Real es un ghetto que debe ser erradicado.


Su condición como «híper» de la droga ya bastaría para exigir su demolición. Sin más. Pero a eso hay que añadir también otra realidad incontestable: una buena parte de los robos y delitos que sacuden a Madrid y su provincia tienen su origen aquí. Sé que parecerá una salvajada expresarlo así, pero Cañada Real es hoy la mayor escuela de ladrones que hay en España. Y no lo son tanto los adultos, muchos de los cuales merecen mejor fortuna, como sus hijos: esas pandillas de jovencitos rumanos que hacen el descuido en los cajeros, esos amenazadores grupos de muchachos marroquíes que siempre llevan un arma blanca encima provienen en buena parte de aquí. Y el hecho de que los vecinos se enfrentaran de ese modo a la Policía sólo confirma la necesidad de que se siga adelante con los desalojos. La ley tiene que imponerse. «Tendrá usted problemas», me ha asegurado el peatón y yo le he respondido que ya cuento con ello, pero que también estoy seguro de que expreso los deseos de decenas de miles de madrileños. Demos oportunidades a las personas y cuidemos de que los dramas humanos no alcancen cotas insoportables, pero no consintamos tampoco que en nuestro seno se instale un cáncer autónomo y gigantesco que destruya o haga intolerable la convivencia en nuestra comunidad. Que lo cortés no quita lo valiente.

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