La «ciudad sin ley» madrileña

ABC, 19-10-2007

POR M. J. ÁLVAREZ

FOTO CHEMA BARROSO

MADRID. El crecimiento imparable de la «ciudad sin ley» de la Cañada Real, a un cuarto de hora de la puerta del Sol, se produce de manera imparable desde hace cuatro años, a medida que el poblado cercano de Las Barranquillas venía a menos. A todo ello se unió el efecto llamada de inmigrantes indocumentados.

No hay datos fiables ni de población ni de casas. Hace dos años se hablaba de 2.000 edificaciones y unas 40.000 personas, ya que las parcelas originales se fueron dividiendo y subdividiendo para acoger a nuevos inquilinos. Ahora las cifras se han quedan cortas. Los precios de venta de las «cesiones» de terreno la han convertido en la «milla de oro» marginal. Desde entre 3 y 4 millones de euros a los 10.

Chalés de lujo junto a chabolas

El asentamiento tiene más de 40 años de existencia y 15 kilómetros de extensión.Hay de todo: desde chalés de lujo de varias plantas, con antena parabólica, piscina, aire acondicionado y vehículos de alta gama, auténticos búnkers infranqueables para la Policía sin una orden judicial, a infraviviendas de ladrillo y chabolas.

A todo ello se unen las casas de «toda la vida». De gente modesta que empezó con un huerto y una vivienda humilde que han ido mejorando con el paso de los años, a pesar de lo ilegal de la situación. Tienen contratos de luz, agua – aunque no falta quien se abastece de manera ilegal – , cartero y servicio de basura.

Todas las edificaciones se concentran a ambos lados de la carretera que va a la incineradora de Valdemingómez, a un lado de la (A – 3). El contraste es la tónica. Una decena de nacionalidades diferentes conviven entre escombros, basura, ratas, suciedad, caminos sin asfaltar, en los que abundan los menores descalzos y la miseria, en la parte cercana al vertedero, así como jóvenes con ropa de marca y mansiones con tres y hasta cuatro adosados de una misma familia, fruto de negocios ilícitos, en la parte baja.

La zona de venta de droga (cocaína y heroína), regentada por españoles procedentes de Las Barranquillas, se sitúa al comienzo, en el desvío del kilómetro 14 de la A – 3, en donde los menores aprovechan los atascos para robar a los conductores. Tienen las mejores casas e incluso una iglesia evangélica en las inmediaciones.

En la parte árabe abundan los magrebíes que también disponen de su lugar de culto: una mezquita, no precisamente «moderada», a decir de muchos. Algunos son albañiles y otros «trapichean» y cometen delitos comunes.

La mezcla sigue con los grupos del este: rumanos, albanokosovares, serbios y croatas. El robo de vehículos que desguazan allí y el tráfico de armas son la tónica. El poblado ha sido escenario de los más variados delitos y su problemática ha alcanzado tal calibre que, desde hace tres meses, los empleados de la incineradora trabajan escoltados por la Policía para evitar ataques.

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