«Les engañamos con Italia»

ABC, 16-10-2007

ARANTXA RICA

ALICANTE. Frustados y resignados es como se sintieron los 58 inmigrantes subsaharianos cuando a las 10 de la mañana de ayer desembarcaron en el puerto de Trípoli. Sollozos y lágrimas en los ojos tras comprobar que el puerto al que arribaban no era italiano, sino que volvían al continente que días antes habían abandonado con la ilusión de empezar una nueva vida en la próspera Europa.

La tripulación del «Corisco», que el pasado sábado rescató a estos «náufragos» cuando se encontraban a la deriva en aguas libias, se vio obligada a mentir a los inmigrantes para evitar posibles incidentes. Ante los gritos y súplicas de «¡Europa, Europa, no Libia!», los doce pescadores acordaron decirles que les llevaban a Italia, según relató a ABC el armador de «Corisco», Pedro José López.

Sin embargo, la ilusión se desvaneció ayer, cuando ante sus ojos apareció la costa de Libia, país que reconocieron al haber partido de ahí días atrás de forma clandestina ante el sueño de una nueva vida y tras pagar 1.500 dólares, según reconocieron al patrón del barco, Antonio López, que ayer cumplió 31 años. Ahora serán repatriados a sus países de origen con los bolsillos vacíos. Los 58 inmigrantes – entre ellos tres niños de corta edad – estuvieron muy cerca de la muerte. Sin la ayuda de los marineros del «Corisco», posiblemente 58 historias de vida habrían puesto su punto final. Y es que el temporal del pasado domingo en esta zona habría terminado por hundir la inestable zodiac, que había perdido mucho aire.

«Hombres de mar»

En un año, tres pesqueros santapoleros han protagonizado historias similares. La más emotiva fue la del «Francisco y Catalina», cuya tripulación tuvo que convivir durante casi una semana, en julio de 2006, con 51 inmigrantes subsaharianos – entre ellos dos mujeres embarazadas y una niña de dos años – , a la espera de que las diplomacia española y maltesa solucionaran el problema del desembarco.

Pero la dureza de esta experiencia no ha endurecido a los marineros de Santa Pola, localidad de tradición pesquera y con ideas muy arraigadas sobre lo que debe de ser la solidaridad en el mar. «La gente del mar tiene otros valores», explicó el concejal de seguridad de este municipio alicantino y vinculado a la tradición marinera, Antonio Andrés. Al igual que el armador del barco, Andrés aseguró que los marineros santapoleros «lo volverían hacer una y mil veces más».

«En tierra, ante un accidente, hay quien se da la vuelta pero viene otro a ayudar. En el mar, mirar a otro lado significa la muerte», aseveró. Reconoce que puede darse la posibilidad de que, ante el avistamiento de algún cayuco, haya ciertas embarcaciones que hagan caso omiso a «la ley del mar». «Existen grandes empresas cuya tripulación no es marinera de tradición, no lo llevan en la sangre y tampoco los valores que eso implica». «En Santa Pola, la ayuda en el mar se lleva desde pequeño», subrayó.

Es más, los marineros santapoleros están orgullosos de conservar sus tradiciones marineras y en parte se sienten implicados con el futuro de esos inmigrantes que salvaron del medio de la nada. Esta vinculación quedó demostrada durante la cena que celebró la tripulación del «Francisco y Catalina» y los inmigrantes desembarcados en España. «Era emotivo ver cómo hombres hechos y derechos se abrazaban llorando», recordó el edil. «Hombres que también pasan miedo e incertidumbre. Miedo a posibles enfermedades. Incertidumbre ante el tiempo que puede alargarse una situación así y no poder trabajar, pero lo volverían a hacer».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)