BULEVAR
La cola que trae el velo
El Mundo, , 16-10-2007«Yo soy musulmana practicante y nunca he llevado velo. Tampoco lo llevan ni mi madre, ni mi abuela». Así de contundente se pronuncia Fadela Amara, fundadora del movimiento «Ni putas ni sumisas» y actual secretaria de Estado de Política de las Ciudades del gobierno Sarkozy.
El año pasado tuve la suerte de presentar y conversar con Fadela Amara durante la celebración de Kosmopolis en Barcelona. Fadela, autora del libro Ni putas ni sumisas reivindicó su religión, el islam, y también la libertad de las mujeres para relacionarse con los hombres en un plano de total igualdad. Reconociendo que el velo era «un instrumento de opresión de la sociedad patriarcal», no del islam, cuyo libro, el Coran, no dice nada sobre la utilización de los diferentes velos que cubren el cuerpo de las mujeres, cuya finalidad es prevenir las tentaciones de unos hombres, al parecer incapaces de comportarse ante las mujeres.
Las palabras de Fadela Amara han vuelto a mi memoria después de los incidentes ocurridos en escuelas de Girona y Ceuta, donde, de acuerdo con las normas de los colegios, aprobadas por el consejo escolar, se prohibió, inicialmente, la entrada de las niñas con velo. La resistencia de los padres y la prevalencia de la educación hizo que las escuelas se vieran forzadas a retractarse y admitieran a las niñas, sentando un peligroso precedente.
Con la Constitución en la mano, los respectivos gobiernos han optado por la vía cómoda, sin cuestionar una tradición que nada tiene que ver con el islam. «No me cabe la menor duda de que el velo representa el símbolo político contra el cual hay que luchar, cueste lo que cueste, si no queremos caer en el obscurantismo», dice en su libro Fadela Amara.
«Mi generación, incluidas las musulmanas practicantes, entre las que me encuentro, ha luchado contra ese pañuelo porque siempre ha sido sinónimo de opresión y reclusión».
No deja de ser curioso que el peso de la tradición pese siempre sobre las mujeres. Y que todos seamos tan benévolos ante situaciones que sólo afectan a una parte de la población y que consideramos poco importantes. Con la excusa de que son pocos los casos de fricción, ya que son muchas las escuelas en nuestro país donde las niñas llevan velo, los gobiernos han vuelto a cerrar la caja de los truenos.
Sería interesante fijarse un poco en qué ha pasado en Francia, país laico, y por ley, desde 1.905, y que después de autorizar los símbolos religiosos que no fueran ostentosos, decidieron finalmente en 2.004 promulgar una ley que prohibía la exhibición de símbolos que mostraran la pertenencia a una religión, tanto en las escuelas como en la función pública. El conflicto estalló al principio, pero hoy la normalidad ha vuelto a las aulas y los musulmanes han empezado a crear también, sus propias escuelas.
¿No deberíamos abrir un debate ya, en lugar de desautorizar a las escuelas y antes de que sea demasiado tarde?
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