La historia se repite; la improvisación, también

La Vanguardia, , 15-10-2007

La resistencia a aceptar la realidad hace que periódicamente se repita la improvisación ante casos como el rescate de cincuenta inmigrantes del sábado frente a las costas de Libia. En junio ocurrió un caso idéntico con el buque Nuestra Madre de Loreto y Trípoli tardó cuatro días en aceptar el desembarco de los 25 inmigrantes y un cadáver rescatados en alta mar. El precedente hace pensar que también en esta ocasión serán desembarcados en Libia. Pese a la tardanza en reaccionar – a estas alturas debería haber ya un protocolo automático para estos casos-, Libia no es de los países más reacios a hacerse cargo de los atribulados ocupantes de embarcaciones de fortuna: las autoridades de Malta y de los países de la costa atlántico-africana se resisten con más fuerza. Recuérdese la odisea, con su colofón de “subasta internacional de inmigrantes”, que tuvieron que vivir en julio del 2006 los 51 rescatados por el pesquero almeriense Francisco y Catalina.

Los encontraron frente a Libia, pero el puerto más cercano era La Valeta, capital maltesa. Después de hacerles pasar las de Caín, los marineros fueron recibidos en España con honores de héroes, parte de los africanos llegaron a Madrid en avión, otros a Italia y el resto, repartidos por países africanos.

Peores precedentes se han dado en el Atlántico. El caso más dramático empezó en febrero con el mercante Marine I con 369 inmigrantes asiáticos a bordo.

Estaban entre Cabo Verde y Senegal, pero al negarse esos países a acogerlos, después de varios días encerrados en el buque, acabaron en un campamento de Mauritania bajo vigilancia española. Meses tardaron en salir de allí, la mayoría de ellos con graves secuelas psicológicas. Lo que temen las autoridades es precisamente sentar precedentes y que los inmigrantes sepan que una vez embarcados, tarde o temprano se saldrán con la suya de alcanzar su destino.

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