Marginalidad

Dios salve a las prostitutas

El Mundo, QUICO ALSEDO, 15-10-2007

Una pastora evangélica de Amsterdam, hija de ex meretriz, ‘salva’ a chicas de la calle en una iglesia de Ciudad Lineal Y en pleno paroxismo, con cerca de 400 personas en rapto extático y la emoción a flor de piel, Mayra López empuña el micro, levanta las manos hacia el cielo y grita: «…¡¡Porque tú no eres cualquieraaa!! ¡Tú eres una criatura de Jesús! ¡Tú, como él, has sido ungida! ¡No importa las bajezas en que estuviste involucrada! ¡¡Tú eres hijo de Dios y él está aquíiii!! ¡Sí! ¡Me gusta este lugaaarrr!».


La música enlatada, trepidante telón de fondo, golpea inmisericorde los pechos de la concurrencia. Unos gritan «¡amén!» como poseídos. Otros musitan palabras ininteligibles supuestamente al oído de su Altísimo. Todos, con las manos levantadas en catártico nirvana…


No es una película de zombis, ni una ceremonia de encuentro con entidades supraterrenales (aunque algo de eso hay). Es Ciudad Lineal, Madrid, a las 13.00 horas de ayer. Concretamente, la iglesia evangélica pentecostal Nueva Vida, donde la dominicana Mayra López, hija de ex prostituta, arenga a los feligreses sobre cómo encontrar el camino hacia Dios al más puro estilo Harlem, coro de gospel incluido mezclado con un poco de Gloria Estefan.


López, de 37 años, pastora y cantante con dos cedés grabados, es el instrumento del Señor para salvar a las inmigrantes del mal camino en general, pero de uno muy en particular: el de la prostitución.


Lo es en Amsterdam, donde dirige desde 1990 la iglesia Encuentro con Dios, y desde hace tiempo lo es también en esta congregación de Madrid donde los latinos son mayoría absoluta (colombianos, ecuatorianos, peruanos, venezolanos…) y donde muchas feligresas jóvenes han sido salvadas «de la calle» por Cristo, cuenta el pastor, Tomás Santamarta, un hombre de una labia extrema.


López asegura que comenzó su lucha a finales de los 80 haciendo la ruta por el Barrio Rojo de Amsterdam, picando en las cristaleras de las muchachas latinas que ofrecían sus cuerpos, convenciéndolas para que se alejaran «del pecado», dándoles «una vida en la fe».


«Las traían a Holanda engañadas, como esclavas. Pero cuando pagaban con su cuerpo lo suficiente a sus captores, seguían en ello porque les daba un buen dinero. Yo entraba a sus cuartos, les convencía de que aquello no era vida, les conseguía una vida, papeles, un subsidio… Y un hueco en nuestra iglesia como servidoras o como diaconesas», cuenta Mayra, que ha venido varias veces a Madrid para realizar la misma labor apostólica con chicas de Montera y la Casa de Campo, los barrios rojos de aquí.


López, pura extroversión, dice conocer bien «la degradación» a que conduce al comercio con el propio cuerpo: «Un familiar estuvo en ello, sí», dice ella, mientras el pastor nos confía que se trata de la propia madre de la pastora. Ayer, durante la larguísima y jolgoriosa eucaristía (casi tres horas de himnos a voz en grito y amenes desatados), se podía ver a muchas mujeres entre el público, entregado con un fervor en verdad impactante a los ritos pentecostales, un credo que se expande como el aceite por toda Latinoamérica – su peso en Brasil y Colombia ya es incluso muy político – , y que suscita en el Vaticano auténtica preocupación como un duro rival teológico.


Pero Mayra López, que lleva viniendo a Madrid varios años y cuya labor con las chicas es silenciosa e íntima, es sólo parte del singular espectáculo creado por la iglesia Nueva vida en la calle de Argos, número 13, de Madrid. Una banda de rock ameniza los salmos, que son literalmente aullados por la audiencia siguiendo a los oradores como si fueran auténticos chamanes, en un mantra maratoniano que obliga a un desgaste físico al alcance de pocos. Pero la fe mueve montañas, y eso que varios fieles, pastoreados por Tomás Santamarta, siguen una especie de Ramadán evangélico que les impide comer hasta las 18.00 horas.


El montaje es potente: una enorme pantalla de video con teleprompter, eficientes equipos de luz y sonido… «¡Sólo la sangre de Jesús limpia nuestras manos culpables!», grita Santamarta. Todo por salvar las almas de los muy humildes, en apariencia, fieles. Y termina: «No olvidéis comprar el cedé de Mayra al salir, a lo mejor no te comes la hamburguesa, pero te llevas la adoración». El CD cuesta ocho euros.

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