Ocio / Día de la Hispanidad
El desfile de Iberoamérica
El Mundo, , 13-10-2007F ue el desfile de la integración, el segundo del día, el más desenfadado. En vez de una, incontables banderas banderas de espectro cromático casi animal. No sólo el Día de la Hispanidad, también el de la raza o el del orgullo emigrante, el del homenaje a la creativa alma iberoamericana. Una fiesta en la calle llena de danzas y sonidos internacionales, efusividad latina. Cientos de miles de personas acompañaron ayer a los músicos y bailarines que participaron en ‘La Marcha’, una iniciativa de la Casa de América que rinde homenaje al emigrante latino y que acabó en Cibeles La Marcha, nombre del encuentro musical, partió de Atocha a las 18.00 horas con un goteo constante de personas. Tres horas después, una riada desembocaba en la madrileña Plaza de Cibeles, junto al edificio de la entidad homenajeadora, la Casa de América. Lo hicieron sin aparentes signos de cansancio y con ganas de continuar una juerga que se habían encargado de animar músicos internacionales y agrupaciones folclóricas voluntarias de los distintos países.
La orquesta cubana Los Van Van, la escuela Lactomía y Luis Vives se desplazaban en carrozas. Entre los vehículos, a pie de calle y en fila india, se abría camino el resto de participantes y los numerosos espontáneos que se sumaron sin pudor a los protagonistas.
Una nube de cámaras de fotos y banderas a tutiplén, casi tantas como personas presentes, recibió al colectivo boliviano. Estrenó éste la marcha callejera con una danza típica del sur del país, de vaivén casi homínido y vestimenta de bordados fosforescentes y extravagantes sombreros de plumas.
Luego más. En la recién remodelada Cuesta de Moyano bailarines e instrumentistas esperaban su turno para formar parte de la cabalgata multicolor. Los brasileños, siguiendo el vehículo que transportaba a la escuela de los Niños de Candeal, bailaron samba y practicaron capoeira, con el torso desnudo. Probablemente fueron los que más físico quemaron, pero seguían a tope en los minutos finales.
Los mexicanos, que conmemoran cada 12 de octubre el Día de la Raza en su país, mostraron sus trajes de Jalisco y charro, con música de mariachis. La agrupación chilena mostró indumentarias de la Isla de Pascua, el norte y el centro del país. La de República Dominicana monstruosos atuendos de mil y una capas, con reflejos plateados. Los colombianos, probablemente el colectivo más numeroso en público, siguieron a Carlos Vives, uno de sus músicos populares más representativos hasta que puso el punto y final a la marcha. Las mujeres vestían el llanero, vestido de volantes típico del país caribeño; los hombres de la agrupación, ponche o sombrero aguadeño. Casi todos portaban bandera patria y corearon las canciones del rockero y cantante de vallenatos, que interpretó varios de sus temas de siempre, como La Gota Fría.
Vives era el más conocido y el mejor representante del Festival VivAmérica, en el que se enmarcaba el acto festivo. Prueba de ello es que entre temas e incluso durante ellos, gritaba y dirigía «¡vivas!» a todos los países protagonistas, incluida la llamada Madre Patria en Sudamérica, esto es, España y al país vecino, Portugal.
Público heterogéneo
La Marcha, en esta su primera edición, fue un éxito. Los previsores, se ubicaron en los márgenes del itinerario que recorrió la cabalgata, por lo que pudiera pasar. La concurrencia, internacional, mayoritariamente latina y muy heterogénea en edad. Veteranos madrileños del Día de la Hispanidad como Francisco y Encarnación, que fueron desde Carabanchel «a ver en que consistía» el evento o un grupo de guatemaltecas, que llegaron movidos por la música de Vives. Padres con sus hijos, muchos jóvenes de atuendo, nacionalidad y color de piel dispar.
Victoria Alonso recordaba su viaje a Cuba con nostalgia al ver pasar a Los Van Van. Pedro, por su parte, disfrutaba con su novia brasileira de la samba y la batucada. Un grupo de cubanos enarbolaba su bandera para que fuera captada por las cámaras, bailaban todos los sones. Cuatro colombianos llevaban todo el día de celebración: habían visto el «espectacular» desfile de las Fuerzas Armadas, se asomaron a la feria del inmigrante VivaMadrid y volvieron sobre sus pasos para coronar el día con guinda festiva.
También deportistas despistados hacían su aparición, como unos ciclistas que toparon con un obstáculo en su paseo vespertino o curiosos que venían directamente de jugar al fútbol, balón en mano. Niños y mayores aprendieron sobre las danzas y llamativas vestimentas de las culturas de Suramérica, que muchas tienen su origen en tradiciones indígenas. También a distinguir muchas más banderas de las que sabían aparte de las de los países mencionados: Perú, Argentina, Venezuela… Se echó de menos más presencia en forma de actuaciones de estos países y de otros, como Portugal y la propia anfitriona.
Casi todos destacaron el valor del encuentro. La mayoría se contagió de baile y los extranjeros de otras partes del globo también trataban, con maneras menos pulidas, de parecer más latinos, al menos en actitud y gracia. Algunos mayores rejuvenecieron moviendo el esqueleto. Muchos, prometieron volver el año que viene.
No obstante, aunque pocas, también hubo quejas. Protestas por los largos espacios entre carrozas y por la falta de vallas delimitadoras, más allá de las que rodeaban a la diosa Cibeles, siempre en el punto de mira.
Esta última circunstancia provocó dos consecuencias, una positiva y otra no. La falta de acotación del recorrido con soportes de seguridad no provocó daños, pero fue un trampolín para varios espontáneos que decidieron mezclarse entre los artistas, lo que en ocasiones escondió el espectáculo que representaban. En el lado opuesto, no se crearon grandes cuellos de botella y posibles avalanchas, por lo que los concurrentes circularon libres de trabas entre un lado y otro de la calzada, con una espera no muy extensa.
En definitiva, buena parte de los 500.000 iberoamericanos que habitan en la región salió ayer a la calle para sentirse más en casa que nunca, para hermanarse con pueblos de ancestros cercanos y para disfrutar de la otra marcha.
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