A diario leemos las noticias de la llegada de inmigrantes a nuestras costas, lo primero que nos paramos a pensar es en las penalidades y en las necesidades que estas personas estarán sufriendo en sus países para exponerse a perder la vida al realizar esa aventura de embarcarse en pateras rudimentarias que no ofrecen ninguna garantía de llegar a nuestras costas.

Según las ONGs un tercio de los inmigrantes que parten de las costas subsaharianas no llegan a su destino y sus cuerpos desaparecen en las aguas del Océano, pasto de algún teleóstero voraz.

Son cientos los fallecidos y desaparecidos que no llegan alcanzar el final del camino.

¿Quién es el culpable de la muerte de tantos seres inocentes? Las cosas no se han podido hacer tan mal y sin control, no se puede autorizar la llegada masiva de miles de inmigrantes de esta manera.

El descontrol es tan manifiesto que tenemos que sufrir la llegada de grupos mafiosos con antecedentes delictivos, cometiendo toda clase de desmanes y asaltos que terminan en delitos graves.

El Gobierno nos está mintiendo diciéndonos que no habrá mas procesos de regularización y estamos viendo que diariamente llegan cayucos repletos.

¿Por qué no se emplea la fórmula de los contratos en origen? Esta fórmula daría unos buenos resultados.

En Navarra tenemos el ejemplo de ese empresario agrícola de Fontellas que viéndose impotente para buscar mano de obra en Navarra acudió a la Embajada de España en Bucarest y le faltó tiempo para encontrar la mano de obra que necesitaba para la recolección de la fruta, para la poda y para el aclareo de la flor.

Así se hacen las cosas, con sentido, no cacareando con un efecto llamada que deja a cientos de víctimas en ese viaje sin retorno, desapareciendo en el Océano bajo las fauces de la fauna marina.

¿Dónde está el sentido de humanidad? Se lo tendremos que preguntar al Sr. Caldera que abrió las compuertas a tope y la avalancha lo ha desbordado.

Isaías Iturralde Echeverría