Francia plantea un pacto en la UE para evitar regularizaciones masivas como la española

ABC, 11-10-2007

JUAN PEDRO QUIÑONERO

CORRESPONSAL

PARÍS. El Gobierno de Nicolas Sarkozy espera conseguir que la UE haga suya la política nacional francesa de rechazo total a toda regularización masiva de inmigrantes, cuando la oposición socialista vuelve a ser víctima de su intento de explotación de una utilización «asquerosa» de las distintas sensibilidades del ejecutivo mayoritariamente conservador.

Las regularizaciones masivas de inmigrantes fueron motivo de sucesivos choques diplomáticos del Gobierno de Rodríguez Zapatero, siendo Nicolas Sarkozy ministro del Interior. Como candidato y presidente, Sarkozy volvió a insistir en la doctrina oficial francesa: París considera perniciosas las regularizaciones masivas de inmigrantes.

Con motivo de su primer viaje oficial a Madrid, ya como presidente, Sarkozy consiguió que Rodríguez Zapatero hiciese público su cambio de doctrina gubernamental. Ayer, Brice Hortefeux, ministro francés de Inmigración, Integración e Identidad nacional, consiguió que Jesús Caldera, ministro español de Trabajo, asumiese el nuevo proyecto francés: conseguir que la UE asuma como propia la doctrina francesa a través de un pacto europeo de inmigración que rechace oficialmente nuevas regularizaciones masivas de inmigrantes irregulares.

Explotación política

La visita de Hortefeux a Madrid para recibir el apoyo español al proyecto francés de europeización de las políticas de inmigración – hostiles a las regularizaciones masivas – ha coincidido con un intenso debate político nacional galo, en torno al carácter «asqueroso» (dégueulasse) de la explotación política de la inmigración.

La crisis estalló cuando Fadela Amara, secretaria de Estado de Política Urbana, ex dirigente de la asociación «Ni Putas ni Sumisas», hija de inmigrantes muy pobres, declaró: «Me parece asquerosa cualquier utilización política del problema de la inmigración». El calificativo cayó como una bomba en un estanque de ranas, y fue interpretada en primera lectura como un ataque frontal contra la política de Nicolas Sarkozy, denunciada por una personalidad emblemática de la apertura a la izquierda. Y los grandes tenores del Partido Socialista se lanzaron espada en ristre, a paso de carga, contra Fadela Amara y Sarkozy, pidiendo la dimisión de una secretaria de Estado que denunciaba con vigor la política gubernamental.

Tras las primeras escaramuzas verbales y la primera confusión, cambió radicalmente el frente de ataque. François Fillon, primer ministro, conservador entre los conservadores, recibió a Fadela Amara para «confirmar públicamente su confianza en su trabajo gubernamental».

Brice Hortefeux, ministro para la Inmigración, insistía: «En nuestro Gobierno reina la libertad de expresión». Desde Moscú Sarkozy sentenciaba: «Le pediré a todo el mundo que guarde la calma». Y en París Fadela Amara matizaba sus declaraciones lanzando dardos envenenados contra el PS: «No tengo lecciones que recibir de unos diputados de izquierda que nos dejaban vivir en sitios asquerosos cuando gobernaban ellos». Denunciaba así el comportamiento y los sitios donde los socialistas dejaban vivir a los inmigrantes. La secretaria de Estado ha podido silenciar a los tenores socialistas denunciando pasadas «asquerosidades». Y François Fillon ha apoyado su libertad de lenguaje. Pero el microdrama también ha dejado al descubierto una fractura de sensibilidades dentro del mismo Gobierno Sarkozy.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)