Migración: ventajas y tragedias

El Universo, Plutarco Naranjo | naranjo@lenguaje.com, 09-10-2007

El aporte económico al país, en el presente año, según estimaciones publicadas, será de más de dos mil millones de dólares por parte de los cientos de miles de ecuatorianos residentes en España, Estados Unidos, Canadá, Italia y otras naciones. Tal flujo de recursos económicos, sin lugar a duda, ofrece varias ventajas no solo a los familiares, que continúan viviendo en el Ecuador y que se benefician de él sino, en general, para la economía nacional.

Frente a estas ventajas hay que considerar diversos problemas, conflictos y hasta tragedias humanas que constituyen la otra cara de la medalla. En una reunión de profesionales de distintas ramas e investigadores científicos, convocados por el Conesup, para discutir sobre los problemas más importantes del país, uno de ellos, de una universidad guayaquileña, abordó el tema de la emigración y algunas de las penosas consecuencias. Mencionó como ejemplo, un caso que le era muy conocido. Una abuelita de 70 años había quedado a cargo de dos nietitos de 5 y 7 años, respectivamente. No ha constituido mayor dificultad alimentarlos y vestirlos. ¿Pero esto es suficiente? ¿Con semejante diferencia generacional puede, la abuelita de 70 años, comprender las necesidades psicológicas, la mentalidad de niños de esa edad? ¿Puede sustituir los afectos de los padres? ¿Puede dirigir, adecuadamente, la formación de tales niños?

Comenzando por el transporte a la guardería del uno y la escuela del otro, ¿cuántos apuros y riesgos debe afrontar la pobre señora? ¿Cómo ayudar al escolar a realizar sus “deberes”, cómo seleccionar programas de televisión que los niños quieren ver? En fin, sería largo relatar las inesperadas obligaciones y responsabilidades asumidas, por la señora de la tercera edad que, en otras circunstancias, no habría tenido.

 Es un ejemplo sencillo y fácil de entender; pero ejemplo de una situación problemática que no afecta a una familia sino a miles de ellas y sobre todo a miles de niños y adolescentes.

En Azuay y Cañar, en especial, por el número de emigrantes, cada día surgen nuevos conflictos. Niños y jóvenes “desadaptados”  a las nuevas circunstancias, niños que abandonan los estudios, que comienzan a fumar y pueden caer en la tentación de probar las drogas; jovencitas que llegan embriagadas, otros, que ingresan en las “pandillas”. Es conocido que muchos de ellos, en escuelas y colegios, sufren ciertas formas de segregación. ¿No ha habido, acaso y sea en mala hora, unos pocos casos de jovencitos que llegan al suicidio? ¿Y qué se sabe de niñas que prematuramente han llegado a relaciones sexuales?

No se ha realizado ni una apropiada encuesta, menos un censo general sobre los niños y jóvenes que quedaron sin uno o ambos progenitores.
Tampoco hay un organismo estatal que tenga a su cargo la supervisión de aquella numerosa población juvenil y del conocimiento de sus deseos, sus ilusiones, sus conflictos, en fin, de su futuro. ¿Qué se hace en ayuda psicológica para esta enorme población juvenil? ¿No será hora de crear un organismo que, específicamente, se encargue de atender a este valioso segmento de la población ecuatoriana?

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