Beyoncé tapada, POR AURORA LUQUE

Diario Sur, AURORA LUQUE, 09-10-2007

BEYONCÉ ha sido la segunda mujer en la historia y la primera afro – americana en conseguir el premio ASCAP a la Mejor Compositora Pop de 2001. Yo no tenía ni idea de su rica faceta de compositora: me entero al escarbar en la noticia que anuncia la suspensión de sus conciertos en Malasia porque las autoridades islámicas le exigían taparse pudorosamente y bailar con recato para no sentirse “ofendidos” por su rotunda belleza. Pero su cuerpo danzante es parte de su espectáculo: así que no va.

Las mujeres malasias sí pueden, en cambio, llevar libremente velo en las calles de occidente. El asunto del velo es un asunto de presión social, no sólo de libertad personal. Una niña de ocho años como Shaima en Gerona tiene sus ¿criterios? forzosamente marcados por lo vivido en casa. El velo es traducción del credo de la tribu.

Me produce desazón la presencia del velo. El malestar remite a mi memoria personal que es ya histórica: mujeres y niñas hasta casi los setenta debían asistir a misa por obligación y con la cabeza cubierta por las mismas razones por las que Beyoncé debe taparse en Malasia: para no tentar a los varones. Las sociedades sometidas a una religión monoteísta y patriarcal culpabilizan el cuerpo femenino. Y nunca prosperan políticamente; así nosotros con Franco, así las sociedades islámicas que retroceden hoy a sus caparazones medievales. En Turquía hace furor el bañador de tres piezas. En las culturas patriarcales, la visibilidad de las mujeres molesta en muchos sentidos: no se les concede autoridad en el ámbito religioso (no hay mujeres sacerdotes católicas) o no se tolera públicamente su belleza o – en un grado más alto, el talibánico – no se permite que la mujer cante ni hable ni trabaje ni conduzca. Son desarrollos de un mismo núcleo: la mujer como ser inferior y subordinado, como causa de pecado, como “costilla – de”.

El velo nos repele por lo mismo que nos repugnarían los pies vendados de una niña china o la ablación del clítoris en una menor: en tanto que imposición de la tradición. Claro que las niñas pueden desear someterse a las tradiciones de su tribu. ¿Podremos contabilizar el número de las niñas inmigrantes que llevan velo en las escuelas españolas por miedo a que sus compatriotas las llamen putas? El velo tiene su origen en un atraso secular, aunque algunas adultas lo lleven ahora por convicción nacionalista o religiosa. ¿Prohibirlo? Mejor sería ilustrar a las niñas en la escuela sobre la dignidad y la belleza de sus cuerpos. La asignatura de Educación para la Ciudadanía podría ser un buen lugar. Pero la derecha (que lleva a sus hijos a colegios sin inmigrantes) sigue vociferando sobre el derecho absoluto de la familia sobre la moral de los hijos. Y si la familia defiende la sumisión y aniquilación de la mujer bajo forma de mutilaciones, matrimonios impuestos o velos varios – burkas o pañuelos: siempre se trata de no aceptar a las mujeres en su libre plenitud – ¿tendrá que callar la escuela? Imaginemos que un papá protalibán va a los tribunales para declararse objetor de conciencia porque su hija estudia en una asignatura todas esas ideas malignas sobre la igualdad y la libertad de los individuos que ofenderían al profeta

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