comunidad valenciana
La viuda del rumano que se quemó a lo bonzo vive refugiada en un centro por miedo a agresiones
La policía asegura que Ionela quiere ir hoy al funeral y dos agentes la escoltarán durante la ceremonia
Las Provincias, , 06-10-2007La policía asegura que Ionela quiere ir hoy al funeral y dos agentes la escoltarán durante la ceremonia Que venga la policía, gritó Ionela, la viuda de Marian Mirita, cuando a la llegada del féretro comprobó que unos 200 familiares y vecinos de su marido pretendían lincharla. En el barrio de pretelac, en la ciudad rumana de Targoviste, localidad natal del hombre que se quemó a lo bonzo en Castellón, todos tenían sed de venganza el pasado miércoles. Ionela y sus dos hijos pasaron las dos últimas noches en un centro de acogida por miedo a nuevas agresiones.
Los allegados y residentes del barrio rumano culpan a su viuda de ser la instigadora de su suicidio y de proporcionarle la gasolina para que se prendiera fuego. También la acusan de no hacer nada para apagar las llamas que abrasaban el cuerpo de Mirita.
La situación actual en el barrio de Targoviste donde vivía Marian es de calma tensa, pero todo puede estallar hoy durante la celebración del funeral.
Existen dos versiones sobre lo que aconteció a primera hora de la mañana de ayer. Fuentes oficiales de la policía de Targoviste revelaron que Ionela había sido trasladada a otro centro de acogida, con mejores condiciones para sus hijos, con los que está actualmente.
Las instalaciones cuentan con vigilantes privados y no se ha reforzado la seguridad de las dependencias con agentes de policía, según la portavoz.
Sin embargo, una de las hermanas de Mirita pretende vengar su muerte a toda costa. Se desconoce si Ionela vivía en Rumanía en la misma casa que su suegra o en otra vivienda de la misma calle.
Pero desde la televisión Romantica tienen muy claro que Ionela no debe acercarse a esa vivienda. Luminita una hermana del fallecido está allí esperando y ha amenazado con matarla, revela el corresponsal de este cadena de ámbito nacional. Además, aseguran que ha pedido a la policía rumana que arreste a Ionela por inducir al suicidio a su marido.
Un responsable policial de la localidad acudió ayer a la casa de la familia de Mirita y pidió calma para el funeral que se celebrará hoy.
La ceremonia estará rodeada de fuertes medidas de seguridad. La policía acudirá para evitar que se puedan repetir altercados como los de la noche del miércoles, cuando el cuerpo sin vida de Mirita llegó a la ciudad.
Una pareja de agentes escoltará a Ionela, quien ha manifestado su voluntad de acudir acompañada por sus hijos. Además, otras cuatro patrullas de policías estarán presentes durante la ceremonia, que se prevé tensa.
Hay que tener en cuenta que los funerales en Rumanía se prolongan aproximadamente durante dos horas. El féretro recorre las calles de la localidad hasta llegar al cementerio, pero en el trayecto se realizan hasta 12 paradas para realizar diferentes rezos.
Pese a todo lo que ha sucedido en las últimas horas, fuentes policiales apuntaron que el funeral se desarrollará en la más absoluta tranquilidad. No habrá problema. No son peligrosos, indicó la portavoz en referencia a los parientes de la víctima.
Las mismas fuentes comentaron que la prioridad de Ionela una vez sea enterrado Mirita es tener una casa para poder vivir con sus hijos, aunque no pudieron aclarar si el Gobierno se la proporcionará gratis.
Velatorio en el hogar
Familiares y vecinos terminaron ayer de velar el cuerpo de Mirita en el hogar de su madre. El cadáver fue trasladado a Rumanía desde el Instituto de Medicina Legal de Valencia después de pasar más de una semana en una cámara frigorífica del centro. Finalmente fue el Consejo Departamental de Dambovita el que pagó los 4.200 euros de la repatriación del cadáver. Desde el Consulado de Rumanía en Barcelona evitaron ayer pronunciarse sobre la situación de Ionela y sus hijos.
Mirita podrá descansar en paz desde hoy. Los últimos meses de su vida fueron angustiosos. El rumano, de 44 años de edad, se desplazó a Castellón engañado por un familiar. Le habían prometido una casa y un trabajo. Le auguraron un futuro prometedor en España, alejado de la pobreza de Targoviste, donde las oportunidades de trabajo son más bien escasas.
Pero nada era verdad. No encontraba ningún empleo y la vivienda que le habían ofrecido estaba en ruinas. Además, le pedían un alquiler. Ante la dramática situación económica optó por vivir en la calle. Su familia se dedicó a vender refrescos en la playa para subsistir. Y a duras penas lo lograron.
Fue entonces cuando se planteó su regreso a Rumanía. La aventura española no había salido bien. Pero no encontró ayuda económica para que le pagaran los billetes de autobús.
La desesperación le hizo prenderse fuego el pasado 4 de septiembre frente a la subdelegación del Gobierno de Castellón. No obstante, su corazón siguió latiendo en su cuerpo, consumido en el 70% por el fuego. La vida se le apagó tras dos semanas de sufrimiento en el Hospital la Fe de Valencia.
arallo@lasprovincias.es
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