La cápsula del tiempo
La Prensa Gráfica, , 04-10-2007El desprecio de los candidatos republicanos a la comunidad hispana, tanto la que habla español como la de habla inglesa, me desconcierta pues en la elección presidencial de 2004 Bush logró captar una cifra récord de votantes hispanos: 40% del voto.
A solo unas semanas del notorio desaire a la comunidad hispana, los principales aspirantes a la candidatura del partido Republicano a la presidencia ahora han ofendido a la comunidad afroamericana y a la hispana de habla inglesa, al declinar participar en otro debate organizado este por la cadena de televisión PBS sobre temas de interés para ambas minorías.
Ni el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani ni el ex gobernador de Massachussets Mitt Romney ni el senador por Arizona, John McCain, ni el ex actor de la televisión nacido en Alabama Fred Thompson aceptó la invitación de los patrocinadores del debate, al aducir compromisos previos.
Peor aún. Los que sí aceptaron ir al foro fueron el senador por Colorado Tom Tancredo, probablemente el peor enemigo de los inmigrantes; el ex gobernador por Kansas Sam Brownback, que se autonombra abanderado de la derecha cristiana y dice contar con el voto de Dios; Micke Huckabee, un pastor de una iglesia protestante sureña que llegó a ser gobernador del estado de Arkansas; el congresista por California Duncan Hunter, quien ha hecho todos los esfuerzos posibles por aprobar la legislación que posibilitaría construir un muro reforzado que cubra en su totalidad la frontera con México; Ron Paul, un congresista conservador del estado de Texas cuya oposición a la inmigración ilegal le ha llevado a proponer legislación para negar el otorgamiento de la ciudadanía por nacimiento; y Alan Keyes, un activista político afroamericano que por tercera ocasión dice buscar la candidatura republicana a la presidencia y quien tres veces ha fracasado también en su búsqueda por una senaduría.
Por más esfuerzos que uno haga para darles el beneficio de la duda, y aún concediendo que el sistema de elecciones primarias de ambos partidos les obliga a coquetear con la base dura de sus partidos, tal desdén por las minorías solo puede tener una de estas dos explicaciones. O los republicanos siguen inmersos en los años cincuenta, cuando en el país solo votaban los blancos y las minorías callaban y obedecían, o ya de plano perdieron la esperanza de ganar la presidencia y simplemente están en la pasarela para aumentar su fama y esperar a que vengan tiempos más propicios.
Porque aquí hay que recordar que juntos, los hispanos y los afroamericanos forman un poco más del 25% del electorado. Y aún aceptando que tradicionalmente el voto negro es mucho más leal al partido Demócrata, ese no es el caso con los hispanos que dudan aún cuando normalmente se inclinan mayoritariamente por los demócratas. En ciertos estados de la Unión Americana, cualquiera de los dos grupos puede inclinar el fiel de la balanza para decidir al ganador. Tal y como sucedió, por ejemplo, en Ohio, en la elección de 2004. Ahí, George W. Bush logró duplicar el voto afroamericano a su favor del 8% al 16%, y con eso bastó para ganarle a John Kerry.
Confieso que el desprecio de los candidatos republicanos a la comunidad hispana, tanto la que habla español como la de habla inglesa, me desconcierta pues en la elección presidencial de 2004 Bush logró captar una cifra récord de votantes hispanos: 40% del voto. Y si bien es cierto que en la elección intermedia de 2006 bajaron al 29%, también habría que admitir que ganar un tercio del voto en un país en el que el electorado está dividido en dos mitades casi iguales no es algo despreciable. Hay estados en los que un 5% del voto puede significar la victoria o la derrota.
Y como si el desprecio a dos comunidades minoritarias no fuera suficiente, en esta temporada de agravios los republicanos también han ofendido a la comunidad gay al negarse a participar en un debate por ellos en California. En marcado contraste, la mayoría de los candidatos demócratas sí aceptaron la invitación de este grupo que es uno de los mejores organizados políticamente en el país y puede ser un aliado formidable en una contienda política apretada.
En rigor, las diferencias entre ambos partidos han sido evidentes desde la selección de los candidatos. Hasta la milagrosa aparición de Keyes, el candidato afroamericano sin posibilidades de éxito, todos los aspirantes republicanos eran hombres blancos; entre los aspirantes del partido Demócrata, por el otro lado, hay una mujer, un afroamericano y un hispano, y los dos primeros tienen posibilidades reales de ganar la candidatura y la presidencia.
Habrá que esperar para ver si el electorado sigue viviendo en un país encerrado en su cápsula del tiempo o si la mayoría de la gente ha entendido ya que todo ha cambiado en los últimos 50 años.
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