Los rumanos desalojados por las lluvias en Extremadura «mercadean» con las ayudas
ABC, 03-10-2007P. VADILLO/ J.L. LAGO
MÉRIDA. Vías cortadas, accidentes de tráfico, derrumbes de muros… Las últimas 48 horas en Extremadura se resumen en los cientos de incidentes registrados a consecuencias de las fuertes lluvias. El centro de Emergencias y el 112 de esta Comunidad continúa en alerta por previsión de fuertes lluvias en la región.
Las comarcas más afectadas por las lluvias, que ayer llegaron a recibir hasta 100 litros por metro cuadrado, han sido Vegas del Guadiana, Tentudía, La Serena y Tierra de Barros. En la comarca de Barros, concretamente en Villalba, tuvieron que desalojar la noche del lunes un campamento de temporeros rumanos a consecuencia del aumento del cauce de los arroyos de la zona que se llevó por delante todas las pertenencias de estos trabajadores.
Tanto Cruz Roja como el Ayuntamiento de la localidad trasladaron a los 150 rumanos al pabellón polideportivo de la localidad donde se les suministró ropa, alimentos y mantas. De los acogidos, 30 son niños.
En cuanto desaparezcan las nubes, Cruz Roja desmontará el albergue de campaña desde el que ha estado cubriendo desde el lunes por la tarde las necesidades básicas de una 46 familias a las que la lluvia ha echado de su campamento, improvisado hace mes y medio a dos kilómetros del pueblo.
Comida y ropa hay de sobra, pero el temor que planea entre vecinos, voluntarios y la Guardia Civil es que esta asistencia tenga «efecto llamada» hacia otros asentamientos cercanos y lleguen más rumanos con la intención de hacer acopio de ropa, alimentos y medicamentos. A estos artículos después le ponen precio y mercadean entre ellos, provocando conflictos entre compatriotas en los que suelen salir perdiendo los más débiles.
Ayer eran frecuentes las acusaciones entre rumanos que, viviendo en casas del pueblo, acudían al polideportivo simulando ser damnificados para obtener ropas y alimentos, lo que obligó a mantener, con la ayuda de la Guardia Civil, un estricto control de entrada y salida y a usar sellos de identificación para distinguir a los que realmente necesitaban víveres, un listado de nombres que intentaba concretar, no sin dificultades por culpa de la picaresca, la técnico psico – social de Cruz Roja Chus Población. «Sólo reciben cosas los que pasaron aquí la noche, no los que han llegado hoy», explicaba a los advenedizos una y otra vez.
Esta ayuda provisional probablemente no se alargue mucho más allá de hoy o quizás mañana, indicó el responsable técnico de los equipos de respuesta inmediata de emergencia de Cruz Roja, Joaquín Gordillo, abriendo así una incógnita al futuro inmediato de estos inmigrantes de temporada que tienen desconcertados a buena parte del pueblo, pues no entienden cómo pueden vivir, con niños, junto a una carretera secundaria en mitad del campo.
Guardando lo que podían en bolsas embarradas, a toda prisa y la mayoría en chanclas, esos 150 rumanos tuvieron que abandonar en la noche del lunes el asentamiento donde viven, en un terreno municipal conocido como La Alameda que ocupa media hectárea aproximadamente.
Acostumbrados
Dicen estar acostumbrados a la intemperie, pero la lluvia que tiene a Extremadura en alerta naranja arrasó en pocas horas su precario campamento junto al Guadajira. Dos días antes este arroyo se atravesaba de un salto, pero ayer era un violento río de lodo que creció hasta anegar las lonas y tiendas de campañas de 46 familias. Lo que alertó a los vecinos es que la riada afectó a unos 30 menores de edad, bebés incluidos. «Hay niños flotando y el agua se está llevando todos sus enseres», explicó en su primera llamada de aviso a la Guardia Civil Antonia María Casillas Llera, concejala de Bienestar Social de Villalba.
«Teníamos un pleno a las ocho de la tarde, pero lo suspendimos y montamos una comisión de emergencia, así que hicimos un llamamiento al pueblo por megafonía para que trajeran ropa y comida. Respondieron perfectamente y en media hora ya había de todo», explicaba ayer la edil.
No ha habido que lamentar ninguna tragedia personal. Sin embargo, este episodio saca a la luz el recelo contenido de los vecinos de esta pequeña localidad situada entre Santa Marta y Almendralejo y que, desde hace cuatro años, asiste a la llegada de temporeros rumanos.
El alcalde de Villalba, Antonio García, de IU y que gobierna desde junio, declaraba ayer que «es complicado organizarlos, pillan la ropa y no la comparten, sólo unos pocos hablan español». El regidor no sabe si cerrar el terreno municipal donde se establecen «porque lo dejan todo lleno de basura y colchones y luego lo limpiamos nosotros (…) La Consejería de Bienestar Social intenta hacer algo, pero no son capaces. Pienso que los niños no deberían estar abandonados o deambulando por el campo, deberían estar en la escuela».
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