Padre nuestro brinca las barreras fronterizas
El Universal, 29-09-2007SAN SEBASTIÁN (EFE). Entre aplausos y casi unánimes elogios, Padre nuestro llevó ayer al Festival de Cine de San Sebastián una historia de búsqueda de identidades entre la dura realidad de la emigración mexicana en EU, reflejada en un filme que cruza fronteras para unir lo mejor del cine de ambos países.
La proyección en la última jornada de la competencia por la Concha de Oro, que se entregará hoy, dejó buen sabor de boca con esta cinta sobre un joven mexicano en busca de su padre, otro que lo suplanta y ese progenitor.
La ópera prima del estadounidense Christopher Zalla, ganadora del Gran Premio del Jurado en Sundance, cuenta con la soberbia actuación de los mexicanos Jesús Ochoa, como el padre, y Armando Hernández, en el papel de hijo impostor.
Los tres están en San Sebastián para apoyar al filme y dejaron claro, en entrevista, que entre ellos no hay fronteras que valgan.
En mi vida, la experiencia de buscar familia no tiene que ver con la sangre, explicó en excelente español Zalla, que definió a ambos actores como sus hermanos.
Nueva York, la ciudad en que se ambienta el filme y que el director nacido en Kenia considera su hogar, es un mundo de gente de fuera, de extranjeros. Un Día de Acción de Gracias en Nueva York se pasa más con amigos que con familia, recalcó.
Además, hacer cine también implica eso, formar familias, puntualizó Ochoa (Hermosillo, 1959).
Ochoa es uno de esos actores de reparto con imponente presencia que ha sido pieza clave en películas como Nicotina (2003) y ganó dos premios Ariel del cine mexicano, por Bajo California (1988) y Entre Pancho Villa y una mujer desnuda (1996).
A diferencia de muchos de sus personajes, en la realidad es un hombre afable y risueño, y un padrazo de una niña de tres años, a la que lleva en su propia piel.
Es la huella del pie que ponen en el acta de alumbramiento, explicó orgulloso mientras mostraba la huella infantil tatuada en su brazo.
Siempre represento más edad de la que tengo, a los 17 años ya hacía padres. Mi imaginación como padre estaba muy desarrollada, pero no mi vivencia. Fue mi importante que llegara esta película para ejercer eso, apuntó sobre su papel en Padre nuestro.
Para Armando Hernández (México, 1972), actor en cintas como Fuera del cielo (2006), también su papel en Padre nuestro le remitió a vivencias propias.
Tengo como 15 años sin vivir con mis padres, de alguna manera eso me ha ayudado a buscar ese lado paterno, refirió el intérprete.
Hernández también conoce lo que es sobrevivir en circunstancias adversas. Antes de dedicarme a la actuación tuve que vivir en la calle, y por eso cuando llegó el personaje a mis manos veía similitud con mi vida.
Christopher Zalla, que ha tenido oficios como el de pescador de salmón en Alaska y que pasó parte de su vida en Bolivia y España, señaló que otro gran eje son las barreras.
Hay muchas barreras en el mundo, ese es un tema de la película. La más peligrosa para mí, es la de mirar las diferencias entre las personas, no las semejanzas, dijo.
Y vallas también, como la que hay entre México y EU, que es una aberración, no habrá barreras que detengan las migraciones, indicó Ochoa.
SAN SEBASTIÁN (EFE). Entre aplausos y casi unánimes elogios, Padre nuestro llevó ayer al Festival de Cine de San Sebastián una historia de búsqueda de identidades entre la dura realidad de la emigración mexicana en EU, reflejada en un filme que cruza fronteras para unir lo mejor del cine de ambos países.
La proyección en la última jornada de la competencia por la Concha de Oro, que se entregará hoy, dejó buen sabor de boca con esta cinta sobre un joven mexicano en busca de su padre, otro que lo suplanta y ese progenitor.
La ópera prima del estadounidense Christopher Zalla, ganadora del Gran Premio del Jurado en Sundance, cuenta con la soberbia actuación de los mexicanos Jesús Ochoa, como el padre, y Armando Hernández, en el papel de hijo impostor.
Los tres están en San Sebastián para apoyar al filme y dejaron claro, en entrevista, que entre ellos no hay fronteras que valgan.
En mi vida, la experiencia de buscar familia no tiene que ver con la sangre, explicó en excelente español Zalla, que definió a ambos actores como sus hermanos.
Nueva York, la ciudad en que se ambienta el filme y que el director nacido en Kenia considera su hogar, es un mundo de gente de fuera, de extranjeros. Un Día de Acción de Gracias en Nueva York se pasa más con amigos que con familia, recalcó.
Además, hacer cine también implica eso, formar familias, puntualizó Ochoa (Hermosillo, 1959).
Ochoa es uno de esos actores de reparto con imponente presencia que ha sido pieza clave en películas como Nicotina (2003) y ganó dos premios Ariel del cine mexicano, por Bajo California (1988) y Entre Pancho Villa y una mujer desnuda (1996).
A diferencia de muchos de sus personajes, en la realidad es un hombre afable y risueño, y un padrazo de una niña de tres años, a la que lleva en su propia piel.
Es la huella del pie que ponen en el acta de alumbramiento, explicó orgulloso mientras mostraba la huella infantil tatuada en su brazo.
Siempre represento más edad de la que tengo, a los 17 años ya hacía padres. Mi imaginación como padre estaba muy desarrollada, pero no mi vivencia. Fue mi importante que llegara esta película para ejercer eso, apuntó sobre su papel en Padre nuestro.
Para Armando Hernández (México, 1972), actor en cintas como Fuera del cielo (2006), también su papel en Padre nuestro le remitió a vivencias propias.
Tengo como 15 años sin vivir con mis padres, de alguna manera eso me ha ayudado a buscar ese lado paterno, refirió el intérprete.
Hernández también conoce lo que es sobrevivir en circunstancias adversas. Antes de dedicarme a la actuación tuve que vivir en la calle, y por eso cuando llegó el personaje a mis manos veía similitud con mi vida.
Christopher Zalla, que ha tenido oficios como el de pescador de salmón en Alaska y que pasó parte de su vida en Bolivia y España, señaló que otro gran eje son las barreras.
Hay muchas barreras en el mundo, ese es un tema de la película. La más peligrosa para mí, es la de mirar las diferencias entre las personas, no las semejanzas, dijo.
Y vallas también, como la que hay entre México y EU, que es una aberración, no habrá barreras que detengan las migraciones, indicó Ochoa.
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